Plutarco, por su parte, es más lacónico sobre Marco Salvio Otón, tanto en la biografía que le dedicó como en la de Servio Sulpicio Galba.[3][2] Sin embargo, hay una hipótesis alternativa, según la cual Tácito se basó principalmente en fuentes únicas, incluidos los relatos de testigos oculares, y Plutarco, en Cluvio Rufo y Plinio el Viejo, así como en documentos proporcionados por Segundo, el secretario de Otón.Además, se han encontrado monedas acuñadas bajo Otón en Alejandría, en Antioquía, en Clazómenas, en Asia y en Macedonia.[17] Con Terencia Alba, «una mujer de eminente linaje», es decir, aparentemente hija de un rico caballero romano que no ocupó ningún cargo público,[18][19] tuvo tres hijos: Lucio Salvio Otón Ticiano, cónsul del año 52, casado con la hermana del futuro emperador Marco Coceyo Nerva, una hija comprometida con Druso César,[20] y Marco Salvio Otón, quien fue emperador de Roma durante tres meses.Según Suetonio, Nerón convirtió a Popea en su amante cuando aún era la esposa de Crispino, y tras su divorcio concertó su matrimonio con Otón como tapadera.[30] Según Tácito, Popea se había casado primero con Otón y sólo más tarde conoció al emperador: Marco Salvio había ensalzado con demasiada frecuencia las virtudes de su esposa y, en consecuencia, seducía por descuido o deliberadamente a Nerón para ganar aún más influencia como marido de la amante imperial.Según Plutarco, Marco Salvio se enfrentaba a un castigo más grave, la pena de muerte, pero fue defendido por Lucio Anneo Séneca, quien todavía influía en Nerón.[37][41] Marco Salvio no podía hacer nada para ayudar a Galba militarmente, ya que su provincia carecía de tropas.Tito Vinio también estaba del lado de Otón, ya que esperaba casar a su hija con él.La conspiración debía implicar directamente a un pequeño número de personas, y el resto se uniría cuando comenzara la revuelta.Más tarde se especuló que estos rumores habían sido difundidos deliberadamente por los rebeldes para atraer a Galba fuera del palacio.[56] Sólo después de ver su cabeza, como escribe Tácito, Marco Salvio se sintió finalmente seguro.Además, estos plantearon sus primeras exigencias a Marco Salvio: querían que se les exonerase a los centuriones de pagar por gozar del permiso ordinario, librándose del servicio, lo que se convertía para los soldados rasos en un auténtico tributo anual, y en consecuencia, para mantener a todo el mundo contento, Otón prometió pagar el dinero por los permisos anuales con fondos del erario imperial.[61] Los pretorianos le expresaron constantemente su lealtad, pero Marco Salvio no pudo establecer un control fiable y mejorar la disciplina sobre ellos.[73] Con respecto a las provincias, siguió la misma línea, mejorando en lo posible la situación de las comunidades y grupos individuales para fortalecer su posición.Basándose en los documentos con el nombre de Otón encontrados en Tebas y Oxirrinco, los investigadores concluyen que también Egipto reconoció al nuevo emperador.[86] Otón pudo contrarrestar estas fuerzas con un ejército de unos veinticinco mil efectivos,[87] al frente del cual colocó a Cayo Suetonio Paulino, Apio Annio Galo y Aulo Mario Celso.Como el enemigo ya había ocupado los pasos alpinos, Otón se concentró primero en preparar la flota.[94] Otón se enfrentó al dilema de dar la batalla o seguir prolongando la guerra, y en consecuencia, recibió diversos consejos.[101][102] Otón todavía tenía tropas y cuatro legiones de la frontera del Danubio se aproximaban al lugar como refuerzos.Cayo Suetonio Tranquilo cuenta, refiriéndose a su padre Suetonio Leto, quien sirvió en el ejército de Otón como tribuno militar, que el emperador «incluso como hombre privado siempre odiaba las luchas intestinas, y cuando un día en una fiesta alguien mencionó las muertes de Casio y Bruto, se estremeció».[24] Por la noche, Otón destruyó sus archivos y distribuyó las recompensas en metálico entre sus sirvientes, «mostrando, sin embargo, una frugalidad extraña en un hombre que ha decidido morir».Ante sus gemidos, los sirvientes huyeron, el prefecto del pretorio, Plocio Firmo, acudió y Otón murió en sus brazos.Las cenizas fueron enterradas en Brixelo, donde, posteriormente, Plutarco vio con sus propios ojos una modesta lápida con la inscripción: «A los manes de Marco Otón».[110] Suetonio dejó una descripción del aspecto de Otón, en la que escribe sobre su baja estatura y sus piernas torcidas.Afeitábase diariamente con sumo cuidado y se frotaba con pan mojado con objeto de no tener nunca barba».[112] Las monedas otonianas llevan la imagen de un hombre más bien joven, con la nariz recta, la frente alta y el cuello lleno.En algunos casos Otón es muy parecido a Nerón; en algunas monedas las imágenes de este último y su antecesor son prácticamente idénticas.[123] Los pretorianos, según Ritter, desempeñaron un papel cada vez más importante con cada transferencia del poder supremo en el siglo I, en 14, 37, 41, 54.[134] En general, la rápida negativa a continuar la lucha se valora como paradójica, dado que poco antes, Otón había hecho un serio esfuerzo por tomar el poder.