Delante del templo, una calle empinada, parte de la vía Sacra[4], conecta el Vicus Iugarius con el Clivus Capitolinus[5].
El templo marca el comienzo del Clivus Capitolinus, el antiguo camino que llevaba a la cima de la colina Capitolina.
La tradición romana hizo del dios caído Saturno, refugiado en el Lacio, el fundador de una ciudad mítica en el Capitolio, Saturnia.
[12] Según Plutarco, podría haber sido Valerio Publícola quien convirtiera el templo en sede del erario —al proclamarse la República romana a finales del siglo VI a. C.— dado que era un lugar con buenas defensas y difícil de ser asediado.
[21][22] Estos documentos oficiales podían fijarse en el exterior sobre un gran panel en la parte superior del podio para que lo pudiera leer todo el mundo.
Según Tito Livio, la construcción del templo empezó durante el consulado de Tito Larcio y de Quinto Clelio Sículo, en 498 a. C. Se habría completado en 497 a. C., año durante el cual se habría consagrado por los cónsules Aulo Sempronio Atratino y Marco Minucio Augurino[26]·.
Macrobio habla de una tradición según la cual Tulio Hostilio dedicó un altar a Saturno como un monumento que celebrase su victoria sobre los sabinos.
De todos modos, el templo no se habría consagrado por vez primera sino entre el año 501 a. C. y el 497 a. C.[8] El templo parece haberse consagrado de nuevo por un tal Lucio Furio, tribunus militum, después de la segunda mitad del siglo V a. C.[29] En 174 a. C., un pórtico se construyó entre el templo y la Curia Hostilia en el Comitium,[32] cerrando con una columnata el extremo noroeste del Foro Romano[33].
En el año 42 a. C., el templo republicano de estilo toscano, que ciertamente conservaba su apariencia arcaica del siglo V a. C. fue reconstruido por entero según un estilo helenístico por Lucio Munacio Planco[34]·[35]·[36] que financió los trabajos gracias al botín amasado tras sus victorias sobre los pueblos alpinos de Recia[37]·[38].
El templo fue restaurado por última vez durante la segunda mitad del siglo IV[4], entre 360 y 380, período en el que se asistió a una renovación de los cultos paganos[41].
Finalmente, según una tercera hipótesis, la diferencia de nivel entre los dos lados del templo no permitiría construir una escalera más estrecha que llevaría a una primera terraza a partir de la cual empieza una segunda escalera que es tan ancha como la fachada[56].
Más allá del porche, las columnas laterales se adosan a los muros exteriores de la cella.
Según Macrobio, las acroteras del frontón están decoradas por grupos estatuarios representando tritones y caballos[59].
En esas fiestas los esclavos se hacían «libres», excepcionalmente liberados del deber de servir a sus amos.
Según la tradición que se perpetuó, las festividades daban lugar a intercambio de regalos.