Las escaleras de este último edificio arrancan inmediatamente al norte del templo.
Pero como sugiere el hecho de que sólo el nombre de Vespasiano aparezca sobre la inscripción original,[5] lo más probable es que el templo se dedicara sólo al culto a Vespasiano[6].
Las primeras monedas que celebraron el acontecimiento no aparecieron hasta principios del año 80[8] después de ser oficializado por el Senado[9].
Tito comenzó la construcción y presumiblemente terminó los cimientos, elaborados con cemento de toba.
Domiciano continuó los trabajos[14], reanudados hasta el año 87, fecha en la que el templo es mencionado por primera vez en las fuentes antiguas[2], en un acta del colegio de los hermanos Arvales que realizaron un sacrificio en honor de la diosa Dia que se desarrollaría delante del templo de la Concordia quae est prope templum divi Vespasiani[15]·[16].
En efecto, la ubicación del templo necesitó la explanación de una zona accidentada y un trabajo en un espacio restringido[11].
La restauración no parece haber sido de gran importancia puesto que se mantuvieron numerosos elementos de la época flavia en el lugar pero la inscripción fue completada con una línea añadida en el arquitrabe[2].
A pesar de un estado probablemente ruinoso, el templo no se incluyó entre los edificios restaurados por Teodorico el Grande entre 507 y 518[19].
La representación más antigua del templo data de principios del siglo XIV con un croquis publicado en el Codex Escurialensis[21] y se corresponde en gran parte con el estado actual de las ruinas, excepto que el nivel del suelo es más elevado y recubre la parte inferior hasta las bases de las columnas[22].
La parte visible de las ruinas no permitía identificar el edificio original como un templo, de tal manera que el templo no se menciona en las Descriptiones Urbis del siglo XV y XVI[24].
[25] Esta hipótesis fue puesta en duda por Andrea Palladio y Étienne Dupérac quienes consideraban que las columnas formaban parte de un pórtico en torno a un templo este último identificado con el templo de Júpiter Tonante hasta el siglo XIX[26].
En el siglo XVIII se vivió un interés renacido por las ruinas de la antigua Roma.
En 1810, con la recreación de la Commissione per la cura dei monumenti antichi, se relanzó el proyecto y la tarea de desenterrar el templo vuelve al arquitecto italiano Francesco Camporesi que hizo derribar un edificio establecido contra las ruinas[30].
La estructura surgida se consolidó con grapas de plomo aún visibles hoy en día[31].
Aun así, era difícil decir si el templo tenía seis u ocho columnas en la fachada[33].
[36] Otros fragmentos de la decoración arquitectónica se reutilizaron para reconstruir el entablamento soportado por las tres columnas enderezadas[34].
El estado actual de las ruinas no permite precisar cómo se conectaba la escalera con el clivus[38].
El entablamento fue modificado con la restauración de tiempos de los Severos pues el arquitrabe y el friso fueron cubiertos por entero con una placa epigráfica[40] portando una inscripción dedicatoria separada en el siglo VIII mientras que el templo estaba aún intacto para un peregrino durante su visita a Roma[18]·.
Durante el Imperio, tras la dinastía Julio-Claudia, las referencias a los grandes sacerdocios se convirtieron en un tema recurrente figurando sobre los monumentos públicos[44].
Le sigue el aspergillum, utensilio utilizado para asperjar la víctima del sacrificio con aqua lustralis durante la ceremonia de lustratio.
El cuerpo de la jarra a menudo tiene figuras decorativas como motivos vegetales.
Sobre el friso del templo, estas figuras son más complejas y originales con la representación de animales exóticos[49].
En lo alto a su derecha figura una patera com omphalos decorada en su cara interior, que recuerda el aspecto de un fruto abierto visto desde abajo.