Los nómadas tenían fama de ser muy belicosos, pero llevaban armas ligeras y no podían hacer frente a una falange.
Parte de ellos se establecieron entre este río y el delta del Danubio, expulsando a los yázigas.
También se asentaron en la zona más allá de los montes Cárpatos y del Danubio.
Tan pronto como llegaron al Danubio, los roxolanos invadieron la Mesia romana y fueron rechazados.
Cuando Trajano celebró su triunfo en el 107, unos roxolanos cautivos fueron conducidos junto a unos dacios por las calles de Roma.
En el 117 les fue cortado el subsidio; estalló otra guerra, y entonces el emperador romano Adriano, tuvo que abandonar Roma para arreglar la situación.
En la época de Marco Aurelio, los roxolanos se unieron a la revuelta general de los sármatas, germanos y escitas, que estalló desde las regiones del río Rin hasta las del río Tanais.
Marco Aurelio emprendió una campaña contra los roxolanos a lo largo de la frontera del Danubio.
Abundan las referencias acerca de ataques efectuados durante los siglos III y IV por los sármatas en territorio romano, emprendidos a menudo junto con los godos, pero es dudosa la identidad de las tribus sármatas que tomaron parte en tales ataques.
Los que aparecen representados en el Arco de Galerio, en Salónica (año 297), quizá sean roxolanos, aunque también pueden ser alanos.