Uno de sus compinches, Marco Salvio Otón, organizó un motín junto a la Guardia Pretoriana y se hizo con el poder.
Tácito y Suetonio no leyeron a este autor, por lo que la abundancia de pasajes paralelos es explicada por los investigadores como si los tres compartieran una fuente común.
[7] Tácito utilizó una amplia gama de fuentes latinas, incluyendo las actas del Senado, que no estaban disponibles para Plutarco y Suetonio.
No hay información precisa sobre el origen del cognomen Galba, que apareció en el siglo III a. C.[13] Suetonio enumera cuatro versiones asociadas a palabras que suenan de forma similar: Ninguna de estas versiones se considera plausible en la historiografía.
[30][31] Esta matrona adoptó a Servio Sulpicio, quien, según Suetonio, desde entonces hasta que fue proclamado emperador, llevó el nombre de Lucio Livio Ocela.
[28] Durante su juventud Servio Sulpicio pasaba todos los veranos en Tusculum,[32] y estudió las «ciencias nobles», incluido el derecho.
En este sentido, Galba estaba preparado para huir en cualquier momento y, en particular, no salía a pasear sin que le siguiese un vehículo cargado con un millón de sestercios.
Galba convocó una reunión, en la que leyó la carta de Víndex a sus subordinados y les pidió consejo.
[56][57][58] El más franco, según Plutarco, fue Tito Vinio, comandante de la única legión provincial: Entonces Servio Sulpicio finalmente se aventuró a la rebelión.
[75] El investigador A. Egorov señala que, en aquella época, las fuerzas de los bandos enfrentados estaban más o menos igualadas, y que Nerón no podía contar totalmente con las legiones renanas y no podía llamar a las tropas de las fronteras más lejanas.
[80][81] Mientras tanto, Nerón, quien había perdido el apoyo de todas las provincias occidentales, conspiró para huir a Egipto.
En la Germania Superior surgieron graves problemas, ya que los soldados del ejército provincial intentaron una vez más proclamar emperador a su comandante Lucio Verginio Rufo, pero este se negó y siguió insistiendo en que sólo el Senado podía otorgar el poder supremo.
En cualquier caso, Aquino y Valente expresaron su lealtad a Galba, quien aprobó retrospectivamente el asesinato de Capitón.
[94] Cerca de Narbona el emperador fue recibido por embajadores del Senado, quienes le pidieron que fuera a Roma lo antes posible.
El juicio resultó ser muy sonado y dividió al Senado en dos «partidos»: muchos, aunque simpatizaban con Cayo Helvidio, habrían preferido, sin embargo, que no se condenara a Eprio Marcelo, ya que después de tal precedente habría sido necesario «condenar a las multitudes».
Estas actividades no aportaron beneficios tangibles al erario y perjudicaron considerablemente la popularidad del nuevo gobierno.
[125] Al mismo tiempo, Servio Sulpicio cayó bajo la influencia de varios favoritos que utilizaron su poder para enriquecerse: Tito Vinio, el liberto Icelo Marciano y Cornelio Lacón.
[146][147][148] Además, los pretorianos, incluso en relación con un acontecimiento tan importante para el imperio, no recibieron ningún donativo, aunque contaban con ellos.
Los pórticos y las colinas que rodean el foro estaban ocupados por los ciudadanos, quienes actuaban como espectadores.
Según Plutarco, dijo, alargando el cuello: «Acabad vuestra obra, si así conviene al pueblo romano».
Otros soldados mutilaron el cuerpo del emperador ya muerto, en cambio su torso era invulnerable gracias a su armadura.
[160] El asesino cortó la cabeza de Galba y se la llevó consigo, envolviéndola en su manto, ya que la calva hacía imposible agarrarla.
Sin embargo, mientras los otros soldados le gritaban que «no ocultara ni escondiera su hazaña», el asesino del emperador puso la cabeza en una lanza y así la llevó por las calles para mostrársela a Otón.
[169] Emilia Lepida murió cuando Galba era todavía un ciudadano privado, aunque este último no se casó por segunda vez.
[169] Según Suetonio, Servio Sulpicio prefería los hombres a las mujeres: «Su pasión lo impulsaba hacia los varones: pero los quería vigorosos y maduros».
[173][158][174] El propio Vitelio fue asesinado ocho meses después, tras ser derrotado por Tito Flavio Vespasiano, durante cuyo reinado terminó la guerra civil.
Este escritor llama a Galba «un verdadero emperador en el sentido original de la palabra», pero afirma que este princeps «quería gobernar sobre las bestias», ligeramente domesticadas por Tigelino y Ninfidio, al igual que Escipión, Fabricio y Camilo habían gobernado a los romanos en los viejos tiempos.
[178] Tácito describe al emperador como un «anciano enfermo»,[179] «un gobernante enfermizo y crédulo»,[180] que en los momentos críticos mostró una «vergonzosa indecisión».
[188] Según Mijaíl Rostóvtsev, estas revueltas fueron «una reacción saludable a la transformación del principado en la tiranía de Nerón».
Treinta años después su experiencia fue repetida por Nerva, y con más éxito, adoptando uno de los principales líderes militares del imperio.