En el año 6, Judea, que hasta entonces había sido un Estado cliente de Roma con su propio gobernante, fue incorporada como provincia al Imperio romano.
Así, en un acto desafiante, el hijo del sumo sacerdote, Eleazar ben Ananías, cesó las oraciones y los sacrificios en el templo en honor al emperador romano y mandó atacar a la guarnición romana que estaba en Jerusalén.
Se produjo una gran pérdida de vidas, incluida la del ex sumo sacerdote Ananías y su hermano Ezequías.
Al no poder romper la defensa de la ciudad en un solo asalto, el ejército romano se vio obligado a sitiarla, estableciendo un campamento en las afueras.
[9] Pero Josefo no logró convencer a sus compatriotas sitiados, sino que por el contrario suscitó una reacción de rechazo.
[10] En el verano del año 70 los romanos, tras conseguir romper las murallas de Jerusalén, entraron y saquearon la ciudad.
Atacaron en primer lugar la Fortaleza Antonia y seguidamente ocuparon el templo, que fue incendiado y destruido el día 9 del mes judío de Av del mismo año; al mes siguiente cayó la ciudadela de Herodes.
Debido a una enfermedad, Baso no pudo completar esta misión, por lo que fue sustituido por Lucio Flavio Silva.
Silva marchó hacia la última fortaleza judía que quedaba en pie, Masada, en el otoño del año 72.
De acuerdo con Josefo, cuando los romanos finalmente lograron entrar en Masada en el año 73, descubrieron que novecientos cincuenta y tres defensores, bajo el liderazgo del sicario Eleazar ben Yair, habían preferido suicidarse en masa antes que rendirse.
[11] Tras la revuelta, toda Judea se convirtió en una provincia en ruinas, con una Jerusalén reducida a escombros y el Templo destruido.