Los saduceos (en hebreo צדוקים, tsedduqim), también conocidos como zadokitas, fueron una secta sociorreligiosa judía activa en Judea durante el período del Segundo Templo, desde el siglo II a. C. hasta la destrucción del Segundo Templo en el año 70 d. C. Los saduceos son a menudo comparados con otras sectas contemporáneas, incluyendo a los fariseos y los esenios.
Como grupo, los saduceos cumplían varios papeles políticos, sociales y religiosos, entre ellos el cuidado del Templo de Jerusalén.
El comercio del más alto cargo religioso tuvo como corolario la sustitución de las costumbres judías por las griegas, la imposición del culto a los dioses griegos y la persecución de los judíos que seguían fieles a la Ley.
Asesinado Jonatán, su hermano Simón El Justo (en hebreo HaTzadik) asumió el cargo de etnarca y además fue confirmado en 142 a. C. como sumo sacerdote por el nuevo rey Demetrio II.
Los saduceos apoyaron firmemente al hijo de Simón, Juan Hircano, quien además de ejercer como sumo sacerdote, en la práctica se hizo rey (134-104 a. C.) y logró convertir el nacionalismo defensivo macabeo, en un nacionalismo agresivo y expansivo, que le permitió conquistar a los países y pueblos vecinos, a los cuales obligó a judaizarse.
Herodes, que había huido, y el general romano Socio reconquistaron Jerusalén en 37 a. C. El poder de los saduceos comenzó a decaer paulatinamente desde entonces, aunque se mantuvo, relegado al Templo, por un siglo.
Inmediatamente se separaron de la Ley y vivieron en gran lujo, utilizando muchas vasijas de plata y oro en sus banquetes; y fundaron escuelas que declaraban el disfrute de esta vida como la meta del hombre, compadeciéndose al mismo tiempo a los fariseos por su privación amarga en este mundo sin ninguna esperanza en otro mundo para compensarlos.
Estas dos escuelas se llamaron, tomando sus nombres de sus fundadores, saduceos y boetusianos.
Esta era efectivamente la política de este grupo, es decir, eran los colaboracionistas que se sometían al poder extranjero, ya fueran griegos o romanos, y adoptaban sus modas y cultura, por lo que eran muy odiados por el grupo más extremista, los zelotes.
Su filosofía era materialista, liberal y mucho más mundana que la de los demás grupos.
Con respecto a la jurisdicción criminal, eran tan rígidos que el día en que su código fue abolido por el Sanedrín Farisaico bajo el liderazgo de Simeon Ben Shetah, durante el reinado de Salomé Alexandra, se celebró como una fiesta.
Por otro lado, no infligían la pena de muerte en testigos falsos en un caso donde la pena capital se habría llevado injustamente a cabo, a menos que el acusado hubiera sido ejecutado únicamente como consecuencia del testimonio de tales testigos.
Las particulares interpretaciones de los saduceos los llevaban a múltiples especificaciones propias sobre el calendario, las fiestas, el culto, los sacrificios, los rituales y asuntos jurídicos.
Hay, sin embargo, alguna evidencia de que los saduceos sobrevivieron como grupo minoritario dentro del Judaísmo hasta la Alta Edad Media.