Comenzó sus operaciones militares atacando y quemando muchos pueblos que se habían manifestado en favor de los enemigos de Israel, y cuando fuerzas armadas regulares fueron enviadas para poner fin a su acoso, no dudó en enfrentarse a ellas en el campo.
Batió a las fuerzas sirias de los generales Lisias, Gorgias y Apolonio en las batallas de Emaús, Bet Horón y Bet Zur entre el 166 y el 165 a. C. Las tropas sirias se replegaron en consecuencia a Antioquía, lo que despejó el camino al templo de Jerusalén y permitió concluir la persecución hacia la religión judía del helenístico Antíoco IV Epífanes, quien había transformado el Templo de Jerusalén en otro consagrado al dios pagano griego Zeus.
Judas Macabeo se alió con los romanos contra Siria enviando una delegación a Roma para firmar un acuerdo entre estos y el pueblo judío.
Fortificó además el Templo y la fortaleza de Bethsur en la frontera con Idumea.
Le cortó la cabeza y la mano derecha, que fueron llevados a Jerusalén.