Miguel Abad Miró

Simpatizante, pero no militante, del Partido Comunista de España (PCE), colaboró tanto con Joaquín Arjona Vallet como con Tomás Ferrándiz Llopis en el periódico mural Venceremos.

En el comienzo de 1937, por haber sido movilizado por el gobierno del Frente Popular (España) para el Ejército Popular de la República, fue a Alicante y, aunque inútil por ser miope, sí fue declarado apto para servicios auxiliares y adscrito al C.R.I.M.

Una vez establecido,[4]​ gracias a sus actividades de propaganda en Altavoz del Frente que había hecho en Alcoy, pudo contactar con los pintores Melchor Aracil Gallego y Gaston Castelló, y acceder al Ateneo alicantino (en aquellos tiempos instalado en el palacio del marqués del Bosch) donde conoció al escultor Daniel Bañuls Martínez, a Eduardo Irles, a los músicos José Juan Pérez, Rafael Rodríguez Albert y al abogado y cineasta amateur José Ramón Clemente Torregrosa.

A petición del comité provincial del Socorro Rojo Internacional, se editó el libro “Versos en la guerra” compuesto de poemas de diferentes autores y sus correspondientes ilustraciones; junto con Manuel González Santana, M. Rodríguez, M. Aracil y T. Ferrándiz, Abad Miró colaboró dibujando una alegoría para “Las manos” de Miguel Hernández; el libro fue publicado al año siguiente (1938).

Estas veladas se repitieron hasta que el poeta no volvió a regresar del frente.

El horror de la guerra apareció en la retaguardia alicantina y Abad Miró plasma la dolorosa impresión que todo eso le causaba, con dibujos como «Caen bombas», «Herido», «Niña muerta», «Después»...o incluso «Fusilado» todos ellos de 1938, dibujos en los cuales se expresó de una manera muy dramática y goyesca.

Finalizada la Guerra civil, en primavera de 1939, para Abad Miró fue imposible conseguir pasaje en un barco para huir y estuvo escondido por un tiempo en casa de su difunto tío Lorenzo Casanova, en la avenida del Doctor Gadea, con su hermana Marisa y su cuñado Fernando Tudela, capitán mutilado del bando republicano, que fue ayudante durante la contienda de Enrique Líster, y había estudiado también Arquitectura.

Instaurado el franquismo, continuó con la pintura y trabajó como delineante en el estudio colectivo que habían constituido los principales arquitectos vivos de Alicante, especialmente con Juan Vidal Ramos -amigo de Gabriel Miró (1930†)- con quien participó en la reconstrucción del altar mayor de la iglesia del Monasterio de la Santa Faz (Alicante) y después como pintor, con R. Fuente, en «La Verónica» (1941) y otros lienzos, debido a que todo el monasterio había sido una Checa durante la Guerra civil[7]​ y el interior estaba destrozado.

[8]​ Esos meses Abad Miró dibujó para el niño de Eusebio Oca[9]​ en un cuadernillo de regalo bajo el título de “Felicidades, Julito”, junto con otros amigos también presos: el poeta José Mª Lobregad Andrés, J. Juan, G. Castelló, M. Aracil, V. Olcina y R. Fuente.

[10]​ Tras ser juzgado en Consejo de guerra y declarado inocente, Abad Miró salió en libertad en 1940 y trabajó para Miguel López, quien había vuelto a abrir su propio estudio en el edificio La Adriática (Alicante), proyectado por el mismo en 1935.

Abad Miró tuvo un periodo de tiempo más estable, en el estudio de López y también trabajando como fotógrafo, ganado dinero para formar una familia con María del Carmen Lobregad Andrés (Mari).

En el cementerio de Alicante había seis personas más del círculo íntimo, entre ellos Gabriel Sijé -Justino Marín Gutiérrez- hermano de Ramón Sijé (1935†) y Eladio Belda, quien donó el dinero para la concesión del nicho 1009 hasta diez años.

En 1946, se casó con Mari Lobregad Andrés, la persona que mejor lo entendió, y participó en la II Exposición Provincial de Bellas Artes donde obtuvo la 2ª Medalla compartida con Adelardo Parrilla; después de un tiempo prudencial terminó «Figura femenina sentada» (1940-49) y pintó «La Sagrada Familia» (1949) para la Caja, o «La Condomina» (1950).

Al comienzo de los años 1950, volvió con Mari a Madrid para finalizar sus estudios y ampliar horizontes, pero antes de partir recibió un homenaje-despedida organizada por sus amigos Ángel Codina, M. Aracil, Luis Torras, G. Castelló, J. Juan, Joaquín León, F. Armengot, Manuel Molina y Vicente Ramos Pérez.

El matrimonio se estableció en el mismo edificio de la calle Écija donde vivían su hermana Marisa y su cuñado Fernando Tudela,[20]​ todos antiguos amigos de Miguel Hernández.

El año siguiente sería «Fauna y Nínfas» (1991) y, en 1992, se conmemoraron los 50 años desde la muerte del poeta con un Congreso Internacional sobre su obra literaria, y dentro de las actividades programadas por la Comisión Organizadora del Homenaje a Miguel Hernández, la Exposición 50x50, Miguel Hernández en Elche (1992), dirigida por Arcadio Blasco: 50 pintores contemporáneos, 50 años de la muerte del poeta y 50 centímetros por 50, el formato de los lienzos, en el Museo de Arte Contemporáneo de Elche, Alicante y Orihuela.