Los caracteres o logogramas fueron llamados jeroglíficos por los antiguos exploradores europeos de los siglos xviii y xix, quienes, aunque no entendían su significado, les atribuyeron sin embargo similitudes en cuanto a su apariencia con los jeroglíficos egipcios, con los que la civilización maya precolombina no estuvo nunca relacionada.
[1] Las primeras inscripciones que son identificables como mayas datan del siglo III a. C.,[2] y se sabe que se usó hasta poco después de la llegada en el siglo XVI de los conquistadores españoles (e incluso luego, en lugares como Tayasal).
Por ejemplo, el glifo calendárico MANIK’ se usaba asimismo para representar la sílaba chi.
Igualmente hubo ambigüedad en sentido contrario: glifos diferentes se podían leer de la misma manera.
No obstante, en el caso del maya, cada bloque tendía a corresponderse con una frase nominal o verbal tal como ''su tocado verde''.
Estas variaciones aparecían más frecuentemente cuando se adaptaban mejor al área disponible para escribir.
Un ejemplo es la evolución a glifo fonético del logograma ''aleta de pescado'' (en maya: Kah).
Cuando estas consonantes finales eran sonantes (l, m, n) o glotales (h, ’) a veces se omitían en la escritura, pero más frecuentemente las consonantes finales se escribían, lo que significa que también aparecía una vocal extra.
He aquí lo que se comprende actualmente: Una forma escrita más compleja es ha-o-bo ko-ko-no-ma para [ha’o’b kokno’m] ''ellos son los guardianes''.
(La duración y la glotalización de las vocales no siempre estaban indicadas en palabras comunes como 'ellos son').
[4] Está conformado por la palabra ajaw (un término del maya clásico para "señor", sin etimología clara aún, pero con fuentes coloniales bien atestiguadas)[5] y un topónimo que precede a la palabra ajaw y funciona como adjetivo.
El término "glifo emblema" es simplemente una reminiscencia de la época en que los mayistas no podían interpretar satisfactoriamente las inscripciones mayas clásicas y tenían que conformarse con algunos apelativos aislando ciertos componentes estructurales recurrentes en la narrativa escrita.
Berlin también notó que mientras los elementos pequeños permanecían relativamente constantes, el signo principal cambiaba entre un sitio y otro.
[10] Los autores demostraron convincentemente que había cantidades de topónimos propiamente dichos, algunos reales, otros mitológicos, mencionados en las inscripciones.
[16] Landa también se ocupó de crear una ortografía en alfabeto latino para la lengua maya yucateca.
Sin embargo, la escritura ístmica o epi-olmeca se consideró alguna vez un posible ancestro directo de la escritura maya, y ahora se la considera varios siglos más reciente, y en cambio podría ser descendiente.
Esto probó ser cierto para muchas inscripciones mayas, y reveló que los registros epigráficos mayas estaban relatando historias reales de gobernantes, historias de dinastías similares en su naturaleza a las registradas en culturas humanas letradas por todo el mundo.
[24] Aunque ya era claro lo que había en muchas inscripciones mayas, aún no podían ser literalmente leídas.
Entre las figuras claves estaban incluidos David H. Kelley, Ian Graham, Gilette Griffin, y Michael Coe.
Ahora no solo se podía leer y entender una historia real de la América antigua, sino que la luz que cubría los restos materiales de los mayas los muestra como individuos reales y reconocibles.
Además, la nueva interpretación, como lo demostró la exhibición, daba sentido a muchas obras de arte cuyo significado había sido oscuro, y mostraba cómo la cultura material de los mayas representaba un sistema cultural y una cosmovisión completamente integrados.
Sin embargo, tres años más tarde, en 1989, un contraataque final fue lanzado por quienes todavía eran renuentes a la interpretación moderna del desciframiento.
Michael Coe en oposición a esta idea describió "epifenomenal" como: Linda Schele observó luego de la conferencia que esto es como decir que las inscripciones del antiguo Egipto –o los escritos de los filósofos o los historiadores griegos– no revelan nada importante sobre sus culturas.
Tabla del silabograma por glifos:[27] Los principales estudiosos de la lengua maya incluyen a muchos arqueólogos, epígrafos, lingüistas e historiadores.
Algunos nombres en esta lista son: Entre otros, incluyendo a varios estudiosos de Hispanoamérica, sobre todo en el área Maya.