Yuri Knórozov
Ya se había especializado en lingüística, ciencia relativamente nueva por entonces y escasa en enseñanza universitaria, además de en escrituras no alfabéticas.Cuando su maestro Serguéi Aleksándrovich Tókarev le preguntó si podía probarlo, Knórozov no dudó en responder de forma afirmativa.Knórozov describió sus grandes aportes en el campo del desciframiento en el artículo titulado Древняя письменность Центральной Америки (Drévniaia Písmennost Tsentrálnoi Amériki, La escritura antigua de América Central), publicado en la revista soviética Soviétskaya Etnografía ("Etnografía Soviética"), en 1952.En él, aseguraba que los intentos anteriores, entre ellos el de Landa, había fracasado porque intentaban reducir los jeroglíficos a un alfabeto más o menos fonético, cuando en realidad los glifos escritos por los antiguos mayas formaban un sistema mixto y consistían tanto en logogramas (signos usados para representar una palabra completa) como en fonogramas (signos fonéticos), en los cuales cada glifo representa una combinación consonante-vocal (cv), es decir, una sílaba.[3] A esta admirable deducción lógica se opuso Eric S. Thompson, el mayista más respetado de esa época.Solamente David H. Kelley y Michael D. Coe aceptaron que el método de Knórozov podría ser correcto.[12] Finalmente, los epigrafistas Linda Schele, David H. Kelleyy, Peter Mathews, Merle Greene y Floyd Lounsbury decidieron aplicar el método fonético propuesto por Knórozov, y así lograron descifrar la historia de la dinastía que gobernó la ciudad maya de Palenque.[14] En México, en 1995, recibió la Orden del Águila Azteca y participó en el III Congreso Internacional de Mayistas, celebrado en Chetumal.Nueve días más tarde, la doctora Yeroshva le organizó un homenaje con sus colegas de la universidad.