[1][3] Esto puede haber sido la aparición más temprana conocida del concepto del cero explícito en el mundo,[3][4] aunque es posible que haya sido precedido por el sistema babilónico.
[4] El primer uso explícito del cero fue grabado en monumentos que datan de 357 d. C.[4] En sus aplicaciones más tempranas, el cero sirvió como notación posicional, lo que indica la ausencia de un conteo calendárico particular.
[3] Los mayas fueron un pueblo sedentario que se desarrolló en Mesoamérica alcanzando su esplendor en Guatemala y los estados del sureste mexicano principalmente.
Construyeron grandes templos y ciudades, como Calakmul, Tikal, Nakbé, Uxmal, Palenque, Uaxactún, Altún Ha, Chichén Itzá, El Mirador y muchos otros sitios, hay importantes yacimientos arqueológicos, en la región.
Desarrollaron una cultura fruto de su organización en ciudades-estado independientes cuya base era la agricultura y el comercio.
Los monumentos más notables son las pirámides que construyeron en sus centros religiosos, junto a los palacios de sus gobernantes.
El descifrado de la escritura maya ha sido un largo y laborioso proceso.
El año bisiesto, que cada cuatro años se agrega al calendario gregoriano en las culturas occidentales, estaba considerado de forma implícita en la concepción Maya.
[5] Los mayas crearon un sistema de numeración como un instrumento para medir el tiempo y no para hacer cálculos matemáticos.
El 5 era una raya horizontal, a la que se añaden los puntos necesarios para representar 6, 7, 8 y 9.
Por esto se dice que el sistema de numeración maya es vigesimal.
El sistema de numeración maya tiene cuatro niveles, que se utilizaban para escribir grandes cantidades.
Los dos puntos del segundo orden representan 2 grupos de 20 unidades; o sea, 40.
El número del tercer orden es un 8, pero su valor real se obtiene al multiplicarlo por 360.
Es más fácil leer un número cuando se representa con puntos, rayas y conchas, porque es una representación sencilla que no deja lugar a dudas del valor de cada símbolo, de acuerdo con la posición en la que se escribe.
Al romperse la unidad del sistema, este se hace poco práctico para el cálculo.
Los mayas lo usaron, aunque no parece haberles interesado el concepto de cantidad nula.
Los números cefalomorfos están, como todas las demás variantes de cabeza conocidas, prácticamente restringidos a las inscripciones.
Los nombres de los días eran por orden: imix (lagarto), ik' (viento), ak'bal (noche, oscuridad), kan (maíz, lagartija), chicchán (serpiente celestial), kimí (muerte), manik (venado), lamat (conejo, venus), muluc (jade, lluvia), ok (perro, pie), chuwen (artesano, mono), eb (rocío, diente), ben (caña de maíz), ix (jaguar), men (águila), kib (cera, vela, tecolote), kabán (tierra, temblor), ets'nab (pedernal), kawak (tormenta) y ahaw (señor).
[14] Para que se repita el 1 Imix, fecha inicial del calendario, debían transcurrir 260 días.