La camilla enrollable es la más sencilla: está hecha de dos barras y una tela o plástico extendido entre ellas.
Estas camillas prácticamente ya no se usan en los servicios de emergencia modernos, pero aún se utilizan en organismos donde el espacio es un factor importante, o en empresas francesas (donde es obligatorio disponer al menos de una camilla).
Muchas veces la persona es atada a la camilla para evitar que se lastime más.
Ese alzado se puede hacer manualmente: entre dos o más enfermeros o paramédicos toman al paciente de los pies, los hombros y la cabeza, tratando de que no se mueva el cuello.
Es una tabla de metal, madera o mejor de polímero con una estructura metálica (rígida, lavable e invisible a los rayos X) es un poco más grande y larga que un cuerpo humano, con manijas.
Debido a que no es necesario levantarla completamente, el «efecto Túpac Amaru» es menos grave.
Está cubierta por una sábana sinfín, que funciona como una cinta transportadora formada por delgados cilindros de goma.
En 30 segundos esta placa se autointroduce entre el paciente y cualquier superficie plana (como una cama o el suelo).
Cuando no hay traumatismo alguno, el paciente puede ser alzado con una camilla «flexible», que es un tipo de lona con manijas.
La víctima debía ser puesta en posición sentada (o sea con los muslos perpendiculares al tronco).