Pese a sus inexactitudes, la información provista por de Landa probaría más tarde ser crucial para el desencadenamiento a mitad del siglo XX del desciframiento de la escritura maya, comenzando por los trabajos del epitógrafo y mayista ruso Yuri Knorozov.Se comprobó, en efecto, que era la "Piedra Rosetta" que permitiría llegar a recuperar la largamente perdida habilidad de leer muchas de las inscripciones mayas.El trabajo estuvo listo pronto, pero también fue olvidado y estuvo perdido para la ciencia por varios siglos hasta que el anticuario francés Brasseur de Bourbourg encontró una copia abreviada del mismo.Debido a la falta de entendimiento mutuo entre de Landa, que no fue capaz de apreciar que no era alfabético sino logosilábico, y sus informantes mayas, que escribieron los jeroglíficos como mejor consideraron que se parecían a los correspondientes "sonidos" de las letras españolas, la interpretación de Landa se considera hoy como inadecuada.Cuando se redescubrió el Relación en el siglo XIX se hicieron algunos intentos infructuosos de usar los pasajes del alfabeto de Landa para descifrar la hasta entonces completamente desconocida escritura maya, intentos que fallaron debido a partir de una base similar a los errores de Landa sobre la naturaleza real del sistema de escritura maya.