[1] Su alianza con los mongoles también sería beneficioso para su hijo Andrónico II, pues en 1308, con la ayuda de éstos, decidió recuperar muchos pueblos bizantinos en Bitinia, la cual había sido sometida por los turcos.
Además el servicio militar al parecer aún se debía a muchos pueblos y arcontes no pronoarios, aunque más y más estas dos categorías quedaron exentos de estas obligaciones con el paso del tiempo.
En un esfuerzo por frenar la caída de estas pequeñas explotaciones fueron hechos hereditarios a mediados del siglo XIV, pero el sistema pronoia continuo colapsando, ya que las pérdidas territoriales aumentaban.
Juan VI Cantacuceno, anteriormente megas domestikos,[16] intentó algunas reformas a la muerte de Andrónico III en 1341.
En 1379 Juan accedió a pagar un gran tributo y proporcionar un contingente de tropas bizantinas al sultán cada primavera.
Repetidos llamamientos bizantinos a Europa para recibir ayuda financiera y militar, incluso cuando se hacía en persona en todas las cortes de Europa como lo hizo Manuel II en 1399-1403,[22] tendían a caer en oídos sordos por la discordia religiosa (Europa era católica, mientras que el imperio era ortodoxa), y aun cuando este problema en particular fue nominalmente superado por la impopular unión de 1439, poca ayuda fue enviada de occidente.
Barbaro registró que estos barcos desembarcaron con 1000 hombres para ayudar en la defensa de los muros.
Otro elemento extranjero entre los defensores incluía a los catalanes residentes en la ciudad bajo su cónsul Pere Julià.
Había incluso un contingente turco bajo el exiliado príncipe otomano Orhan, nieto del sultán Süleyman Çelebi (1402-1410).
Para fines del siglo XIII, el término allagia había reemplazado en gran parte al anterior tagma en coloquial y técnico (aunque no enteramente en la literatura) el uso para designar a cualquier regimiento permanente.
En el otro extremo, la megala allagia pudo haber sido solo un aspecto del fallecido sistema militar bizantino, limitada solo a algunas provincias y de la que mercenarios extranjeros fueron probablemente excluidos.
Fuera de estas obligaciones palaciegas, sin embargo, la una vez élite varega, ya no realizaba ninguna función militar, y el grado de su decadencia es evidente por el hecho de que mientras que su comandante originalmente caminaba justo detrás del emperador en la procesión, para el siglo XIV había caído a quincuagésimo en preferencia.
Esta unidad estaba compuesta por catalanes y aragoneses, a quienes los bizantinos generalmente llamaban catelanos.
[31] Bajo el reinado de su hijo, Andrónico II, el ejército fue reducido a niveles mínimos, las tropas mercenarias se disolvieron para ahorrar dinero[32] y para reducir los impuestos a la población descontenta.
También se recurrió, aunque sin mucho éxito, a los mongoles, quienes por el mismo tiempo le otorgaron 70 000 soldados.
[8] Aun así, los mercenarios se siguieron utilizando después del reinado de Andrónico II.
De estos, los alanos fueron considerados los mejores jinetes que había en el Oriente, según el cronista catalán Ramón Muntaner, y que se les pagaba el doble que a las mejores tropas nativas, aproximadamente 16 000 de ellos (incluyendo sus esposas y familias) fueron empleados en 1301, siendo establecidos en Tracia como colonos militares, pero encontrando a sus oficiales bizantinos afeminados pronto se dispersaron en tres cuerpos separados y comenzaron a saquear amigos y enemigos por igual.
Tropas turcas fueron empleadas por Bizancio, sin embargo, progresivamente incrementaron en número a mediados del siglo XIV.
Más significativamente, sin embargo, los turcos habían ganado con ello un punto de apoyo en Europa.
La segunda fue una expedición francesa, la de Juan le Maingre, el mariscal Boucicault (quien después sería capturado por los ingleses en Agincourt).
Pequeñas tropas similares de europeos occidentales siguieron entrando en servicio bizantino hasta la caída del imperio en 1453.
Ciertamente, parece probable que las armas habían sido introducidas en el imperio a finales del siglo XIV, sin duda bajo la influencia veneciana o genovesa.
[38] Después, cuando la artillería se hizo cada vez más eficaz, los muros inclinados entraban en juego.
Peor aún fueron los fuertes cruzados en el Egeo, que a menudo se rendían ante los bizantinos y los turcos sin combatir.
[38] El ejército bizantino recuperó un papel cada vez más ofensivo contra los cruzados a mediados y finales del siglo XIII, pero muchas fortificaciones recuperadas por los bizantinos cayeron en desuso;[40] la falta de recursos humanos y múltiples frentes presionando relegaron estos castillos a abandonarlos.
Más graves deficiencias en la estrategia bizantina se produjo en Asia Menor, en particular contra los turcos otomanos, que atacaban las tierras bizantinas y luego se retiraban antes de que cualquier resistencia seria pudiera contrarrestarla.
La población local soportó una pesada carga proporcionando oficiales con alimentos y materiales bélicos,[46] pero esas cargas eran difíciles de tomar con los estragos de la guerra que habían traído a sus hogares los otomanos y sus seguidores Ghazi.
En Magnesia, Nicomedia y Pelekanon los bizantinos sufrieron graves derrotas a manos de los turcos, ya que había pocas tropas de sobra, el Imperio se presentaba a un paso más cerca del peligro con cada derrota.
[39] Después de que el ejército imperial fue derrotado en Asia Menor, Andrónico III vio Anatolia como una causa perdida y comenzó la reorganización de la flota bizantina;[9] como resultado, el Egeo mantuvo una defensa eficaz contra las incursiones turcas hasta que Galípoli fue finalmente capturada por los turcos en 1354.
[52] En 1329, la isla de Quíos fue tomada por los bizantinos después que los isleños se rebelaran contra los genoveses.