Gran Compañía catalana

El conflicto armado no tardó en desencadenarse, resultando muertos en la confrontación unos tres mil genoveses (incluido su capitán Roseo del Final) en lo que fue llamada Masacre de los genoveses (septiembre de 1303).Más que una batalla se trató de una nueva masacre: los almogávares atacaron por sorpresa el campamento de turcos oghuz situado en el cabo de Artacio, matando a unos tres mil caballeros y diez mil infantes y capturando a muchas mujeres y niños.[9]​ Tras esta victoria, Roger de Flor decidió posponer su marcha sobre Filadelfia y pasó el invierno en el cabo de Artacio, posición que contaba con buenas defensas y un fácil abastecimiento.[11]​ Roger de Flor, por su parte, aprovechó la espera para viajar con su mujer a Constantinopla con cuatro galeras, reclamar la paga al Emperador y planificar con él las próximas campañas.[12]​ Tras la victoria en Germe, la Compañía reanuda su marcha atravesando Chliara y Tiatira, internándose en el valle del río Hermos con dirección a Filadelfia.Por el camino se detienen en diversas plazas, comportándose con dureza con los gobernadores bizantinos por su falta de valor.Tras esta batalla Roger de Flor entró triunfalmente en Filadelfia, siendo recibido por sus magistrados y por el obispo Teolepto.Nostongo Ducas viajó a Constantinopla para denunciar los hechos ante el emperador, causando consternación en la capital.La denominada batalla de Tira comenzó a la mañana siguiente, cuando los turcos se agruparon en una llanura cercana a la ciudad para preparar el asalto, confiados en encontrar en Tira sólo una pequeña guarnición de soldados griegos.En respuesta, los turcos hostigaron a los almogávares lanzando piedras y disparando flechas, una de las cuales dio muerte a Corberan d'Alet impactando en su cabeza, pues justo en aquel momento se había quitado su casco.Allí es recibido por Andrónico II, el cual le comunica que la Gran Compañía se encuentra en la isla de Quíos.Este nombró a Bernat nuevo senescal de la Compañía (reemplazando al fallecido Corberan d'Alet), le casó con su hija (que había sido prometida anteriormente a Corberan) y le proporcionó cien caballos y dinero.Pero cuando la batalla parecía decidida en favor de los otomanos, los almogávares cargaron de nuevo contra sus enemigos al grito: "Aragón, Aragón" y, con renovada energía, consiguieron abrir brechas en el ejército rival, aislándolo y aniquilándolo.[17]​ Tras la importante victoria de Kibistra, la Compañía decidió regresar a Ania y pasar en ella el invierno, pues la falta de expertos reconocedores del terreno hacía muy imprudente el avance.Durante esta retirada, atravesando plazas anteriormente conquistadas a los turcos, los historiadores griegos reportan numerosas muestras de saqueo, abusos y crueldad por parte de los soldados, superiores según ellos a las sufridas bajo el yugo otomano.Por aquel entonces, los quinientos alanos que todavía permanecían del lado de la Compañía, desertaron.Después de estos eventos la Compañía contaba sólo con doscientos seis jinetes, mil doscientos cincuenta y seis infantes y no tenía un líder claro, pero aun así consiguió derrotar a las fuerzas del emperador en una nueva batalla en Apros (1305).Ramón Muntaner nos ilustra esta situación haciendo mención del caso de un almogávar (Peric de Clara), que habiendo perdido todo lo que tenía jugando tomó sus dos hijos y se adentró hasta los jardines de Constantinopla donde hizo prisioneros a dos mercaderes genoveses y volvió a Galípoli con ellos sin ninguna oposición, consiguiendo un provechoso rescate.Paralelamente veinticinco galeras, dieciocho genovesas y siete bizantinas, bajo el mando de Antonio Spinola intentaron conquistar Gallípoli.La decidida defensa llevada a cabo por las mujeres y los pocos hombres disponibles bajo el mando de Ramon Muntaner hicieron fracasar este intento.En 1306 los turcos reconquistaron Anatolia porque el emperador Andrónico no pudo hacer frente a su avance, principalmente por la falta de fuerzas.Poco después, la compañía recibió mil turcopolos que habían estado al servicio del Imperio bizantino, con lo que la Compañía aumentó sus fuerzas en dos mil doscientos hombres a caballo y doscientos hombres a pie.El administrador Ramón Muntaner también abandonaría la Compañía, escribiendo más tarde una crónica sobre la misma.Los descendientes de este último controlaron los ducados hasta 1456, cuando fueron conquistados por el Imperio otomano.