[2] El primer uso del término se sitúa en los territorios de Al-Ándalus en el siglo X, para referirse a pequeños grupos armados de sarracenos dedicados al saqueo y los ataques sorpresa.Durante estas razzias, que solían ser de apenas unos pocos días, los almogávares podían vivir del terreno y dormir al raso.[8] Se caracterizaban por ser tropas de choque de infantería que combatían a pie, con armas y bagajes ligeros, generalmente con una lanza corta (azconas),[9] descrita como un chuzo afilado o un simple palo con un pincho de hierro, dos venablos que arrojaban con tanta fuerza que perforaban los escudos enemigos, un cuchillo largo (llamado coltell) y a veces un pequeño escudo redondo como única defensa.[17] Sus características básicas eran la dedicación permanente a la guerra, no exactamente como profesión, sino como forma de vida, adaptada perfectamente a las condiciones de la frontera con pueblos sarracenos, la remuneración, basada en el saqueo y en la venta o rescate de prisioneros, la frugalidad y la resistencia a las fatigas; armamento ligero y la organización jerárquica.Del árabe dalil (دليل guía, conductor), era el grado más alto de la tropa almogávar.Concluida esta ceremonia, envainaba su espada y el rey le decía: Otórgote que seas adalid de aquí adelante.Una vez nombrados, los adalides aparecen casi siempre citados con la fórmula "adalid del rey", lo cual parece indicar que estaban ligados a los monarcas, a menudo de forma simplemente honorífica pero otras veces también efectiva, ya que incluso en tiempos de paz encontramos que algunos estaban al servicio del rey formando parte de su escolta.En caso de desaparecer el adalid, las tropas quedaban al mando del contratante[23] –usualmente un ricohombre o un caballero que a veces los dirigían, pero los almogávares siempre conservaban su autonomía–[24] y si aquel también fallecía o era capturado, pues los almocadenes formaban una asamblea militar para comandar la hueste.En el año en que escribió su crónica (1315) los almogávares estaban en el apogeo de su fama, y habían alcanzado renombre a lo largo del Mediterráneo por sus gestas en Túnez, Sicilia y en la Gran Compañía Almogávar.En tiempos de guerra, estas actividades eran fomentadas por los reyes y nobles locales, quienes renunciaban al quinto real sobre el botín obtenido.[25] Por esto último, siempre iban con armamento ligero, para moverse con presteza durante las algaradas que fácilmente podían durar 2 o 3 días antes de siquiera llegar a pueblos con un botín apetecible.A causa también de sus tácticas, los almogávares tenían esa estructura jerárquica tan simple con soldados comunes, oficiales –almocadenes– y cabecillas –adalides–.[23] También se introducían en plena carga enemiga y cortaban los corvejones de los animales con sus cuchillos, o bien los empalaban con sus azconas hasta reventarlas.[38] Las fuentes dicen que entre cuatro y diez millares de almogávares fueron transportados a Sicilia.Los ejércitos que corrían por Sicilia y Calabria se posicionaron por uno u otro, muchos de los que lo hicieron por el rey Jaime se pusieron al servicio de los Anjou y la liga güelfa toscana y se quedaron guerreando por los estados de la península italiana, llegando a luchar contra el emperador Enrique VII en 1312.La expedición zarpó de Sicilia en el verano de 1302 contando con 36 naves, 1.500 jinetes entre caballeros y escuderos pero sin caballos, 4.000 almogávares y 1.000 peones, sin contar los marineros, «galeolas», mujeres e hijos que los acompañaban.[48] Según estos estudios aquellos «Almugauers, según Muntaner, ó Almugávares, como los llama Moncada» aunque «llamados generalmente Almogávares» eran 1.500 caballeros, 2.000 hombres de «gente menuda y tripulación de las naves» y 4.000 almogávares propiamente tales.[51][52] Alarmado el Emperador, manda un gran ejército contra ellos, pero los almogávares se alzan con la victoria, matando a unos 26 000 bizantinos.En 1331, un fuerte ejército armado en Francia con el beneplácito del Papa intenta recuperar Atenas, pero es derrotado.Esta actividad era muy agradecida y recompensada por los municipios de toda la frontera, como Murcia u Orihuela.Las actividades por libre de los almogávares originaban numerosos conflictos diplomáticos con Granada, porque no solían respetar las paces firmadas.[17] Existen abundantes menciones a la existencia de almogávares en el Reino de Portugal, quienes tuvieron un papel decisivo en las campañas africanas en las que se vieron inmersos en los siglos XV y XVI, donde almogávares y almocadenes vigilaban las fronteras del África portuguesa.[60] Su graduación militar, exactamente la misma que la de sus homólogos castellanos y aragoneses, se encuentra recopilada en las Ordenanzas Alfonsinas, y en la Crónica del Rey Manuel se cuenta como "mandaron correr a los almogávares (...) para atacar a los moros".Si bien la frontera granadina ofrecía buenas oportunidades de ganancia, internarse en la misma no era tan rentable como antes, ya que de los moros atrapados, la mayoría acababan siendo esclavos y su precio no justificaría el arriesgarse a cruzar la frontera para capturarlos.Algunos almogávares oriolanos descubrieron pronto que, puestos a actuar en la ilegalidad, era mucho más seguro hacer las incursiones en propio territorio, donde también había moros, los de las comunidades islámicas que en el tiempo de la conquista habían aceptado el dominio cristiano.Para obrar así encontraban justificaciones morales en las sospechas que pesaban contra los moros del reino, acusados de ayudar a los correligionarios granadinos en las incursiones por territorio cristiano.Los almogávares que practicaban este delito de plagio o «collera», consistente en tomar una persona libre para venderla como esclava, eran llamados collerats.Una carta del 1400, por ejemplo, habla como «alscuns hijos de iniquidad appellats vulgarmente almugàvers o cullerats» .Otras veces los adalides, siendo buenos conocedores de las rutas utilizadas para penetrar sin ser vistos a territorio hostil, y por lo tanto también en sentido contrario, renegaban convirtiéndose al islam y se pasaban a servir al otro lado de la frontera.En ocasiones también trataban de hacerles volver a su bando, ofreciéndoles perdones y contraofertas.