El acceso al mar Egeo y al mar de Mármara significaba que los otomanos ahora podrían poner en práctica la conquista del Peloponeso, Grecia y, más al norte, Serbia y Hungría.
Un mes más tarde, el hijo del sultán otomano Orhan I, Suleiman llevó tres mil soldados y a cualquier familia turca que pudiese encontrar en Asia, para ocupar la ciudad y convertirla en un bastión importante en el plazo de pocos meses.
[2] El pánico se extendió a lo largo de Constantinopla, pues muchos creían que los turcos pronto irían por sus propias ciudades.
[3] Galípoli iba a convertirse en la principal cabeza de puente en Europa, al facilitar la posterior expansión de los otomanos.
[4] En menos de diez años, casi todos los territorios bizantinos en Tracia cayeron a manos de los turcos, incluyendo Adrianópolis en 1365.