Las consecuencias del prolongado conflicto fueron desastrosas para el Imperio bizantino, que había conseguido una cierta estabilidad con Andrónico III.
[2][3] Durante su largo reinado, las restantes posesiones bizantinas en Asia Menor cayeron gradualmente en manos de los turcos, principalmente del recién fundado Emirato otomano.
[4][5] Aunque logró derrocar al viejo emperador, la guerra no trajo beneficios para el imperio, pues sus vecinos —serbios, búlgaros, turcos, genoveses y venecianos— aprovecharon las luchas intestinas de los bizantinos para conquistar territorios o extender su influencia en él.
[8] La relación entre los dos continuó siendo estrecha y, cuando Andrónico III, entonces aún sin herederos (Juan V nació más tarde, en 1332), cayó enfermo en 1330, insistió en que Cantacuzeno fuera proclamado emperador o regente a su muerte.
[20][21] La paz acordada entre Andrónico III y Dušan fue importante para el futuro de las relaciones bizantino-serbias.
Como resultado del pacto, Dušan trasladó su capital y el núcleo de su reino, al sur, a Prilep.
Su hijo de nueve años, Juan V, era el sucesor obvio, pero aún no había sido oficialmente proclamado o coronado coemperador,[23] lo que originó un vacío legal y suscitó la cuestión de quién debía dirigir el gobierno imperial.
[46][47] La reacción a la proclamación de Cantacuzeno causó un ruptura en la sociedad bizantina: los ricos y poderosos magnates propietarios de tierras (tradicionalmente llamados dynatoi, «los poderosos»),[nota 1] que dominaban las regiones rurales, rápidamente se unieron en su favor, mientras que la población en general, que vivía en condiciones abyectas sometida a una onerosa tributación, apoyaba a la emperatriz viuda y al patriarca.
Este acontecimiento se repitió las semanas siguientes en varias ciudades por toda Tracia y Macedonia, en las que la población declaró su preferencia por la regencia frente a las fuerzas del «cantacuzenismo».
[61] En Didimótico, sin embargo, la revuelta popular fue sofocada y la ciudad permaneció como un bastión de Cantacuzeno en Tracia durante toda la guerra.
[62] Cuando las fuertes nevadas impidieron las campañas en el invierno siguiente, Cantacuzeno aprovechó para enviar una embajada, que incluyó monjes del Monte Athos, a Constantinopla.
[63] En esta época, casi todas las provincias bizantinas y sus gobernadores se habían decantado a favor de la regencia.
[42][64][65] De camino, atacó primero Periteorio, pero el asalto no tuvo éxito y continuó la marcha.
Consiguió entonces tomar el fuerte de Melnik, donde se encontró con Hrelja para firmar una alianza.
Sinadeno, cuya familia había quedado en Tesalónica, se pasó a las filas de la regencia.
Según Nicéforo Grégoras, los serbios exigieron toda la Macedonia al oeste de Cristópolis (Kavala), excepto Tesalónica y sus alrededores.
[71][78][79][73] Las fuerzas griegas tomaron también Flórina y Kastoriá inmediatamente después, lo que extendió el dominio serbio en la Macedonia occidental.
De camino a la localidad, Cantacuzeno tomó diversas fortalezas en Tracia, aunque fracasó nuevamente ante Periteorio.
[95][92] En los dos años siguientes, las ciudades y fuertes de Tracia cayeron en sus manos una tras otra, pero a un alto coste, pues sus tropas, mayoritariamente turcas, saquearon repetidamente la región.
En el camino, los serbios acaudillados por Gregorio Preljub atacaron a los turcos, pero estos consiguieron vencerlos en la batalla de Estefaniana.
[112][125] Conforme los meses pasaban y las privaciones en Constantinopla aumentaban, la fracción favorable a Cantacuzeno en la capital creció, ya que la emperatriz rechazaba incluso sopesar la posibilidad de negociar.
Como la situación continuó así durante varios días, los soldados de Cantacuzeno se impacientaron y atacaron parte del complejo palaciego.
[132] A pesar de la moderación y clemencia mostradas por Cantacuzeno en su acuerdo, no todos lo aceptaron.
[136] Después de 1347, Juan VI Cantacuzeno intentó revivir el Imperio bizantino, pero solo lo logró a medias.
La guerra estalló en 1352, cuando Juan V, apoyado por tropas venecianas y turcas, acometió contra Mateo.
Juan Cantacuzeno marchó para apoyar a su hijo con diez mil soldados otomanos y retomó las ciudades de Tracia, saqueándolas al mismo tiempo.
Mateo aún resistió en Tracia hasta 1357, cuando también él abdicó, lo que dejó a Juan V como único gobernante de un Estado arruinado.
Dušan, en particular, se mostró muy hábil al explotar la guerra civil para extender sus territorios a costa del imperio.
Cantacuzeno agotó también su fortuna personal y la emperatriz Ana dejó el imperio con grandes deudas con los venecianos.
A pesar de su considerable riqueza, estos señores, mediante exenciones o simple evasión, evitaban pagar impuestos al Gobierno central.