Costumbres del Antiguo Egipto

Heródoto afirmaba: «Egipto es un don del Nilo», y este impregnó todos los aspectos de la vida, incluida la mitología.Durante mucho tiempo hubo dos administraciones y cuando se fusionaron mantuvieron una serie de símbolos que lo recordaban, sobre todo en el ritual regio.En los tiempos de debilidad real nadie recordaba lo pactado y las tierras se volvieron hereditarias.Pero en cualquier caso, faraón, sacerdotes o nobles subarrendaban a campesinos con experiencia.Los hombres vestían una falda corta, sujeta a la cintura por dos extremos cruzados, llamada schenti.Aun así, se encuentran casos como el del escriba real Imhotep, que han aparecido representados con bigote o con pequeñas barbas.Entre las enseñanzas impartidas se encontraban las de medicina, astronomía, matemática, doctrina religiosa y lenguas extranjeras.Se creía que el acto de copiar textos ayudaría al dios a renacer todos los años en su festival.Normalmente, los contratos eran anuales y se renovaban si no había incumplimiento, de forma que eran heredables por los hijos.En el caso de que fueran demasiado altos se habilitaban escaleras auxiliares para facilitar la descarga.Dada la tendencia del egipcio a estudiar todos los fenómenos naturales, pronto surgió un cuerpo médico que alcanzó un gran prestigio, incluso en el extranjero.Egipto era un enclave protegido por la naturaleza: ésta le proporcionaba un río que le daba vida, y más allá el desierto que hacía imposible una invasión, al menos hasta el Imperio Medio cuando las fronteras se revelaron poco seguras y los faraones decidieron actuar en el exterior, luchando por Siria y Canaán, enfrentándose así a otros imperios.En el Imperio Antiguo, el ejército se denominaba mesha, cuya traducción viene a ser “agrupación de fuerzas”: y efectivamente, eso era, unos grupos que se reunían en caso de necesidad para apoyar a pequeñas unidades permanentes.Durante el Primer Periodo Intermedio y a consecuencia de la inestabilidad, los distintos gobernadores crearon ejércitos privados, y comenzó una práctica que se hizo habitual: el empleo de fuerzas mercenarias extranjeras.Sucesivas ampliaciones la llevaron a tener 70 casas intramuros y unas 50 en el exterior en la época de su apogeo durante el reinado de Ramsés II, al trasladar la capital desde Tebas al delta y abandonar la necrópolis tebana.Incluso la técnica permanece inalterada, con los bloques de barro y paja secándose al sol, material frágil en el tiempo, que no nos ha dejado restos arqueológicos, al contrario que las tumbas o los templos: los vivos no necesitaban construcciones eternas, sólo los dioses y los difuntos eran merecedores de ese privilegio.Un esclavo tenía derechos legales, podía conseguir riquezas, y recibía un buen trato, sobre todo los destinados al servicio doméstico.Regían su vida por las estaciones, que para ellos eran tres: Inundación, Siembra y Cosecha, pero de forma especial por las crecidas del río.Gracias a ellos se sabe que los obreros cobraban regularmente en grano, y les abastecían de sal, vestidos y herramientas, pero el resto de enseres como muebles o aceite debían comprarlos.Las canteras estaban en el desierto, y no se explotaban de forma regular, sino cuando convenía por las obras previstas.Ingresar en la tropa era signo de baja extracción social y sólo los más depauperados lo hacían, por lo que la mayoría estaba formada por extranjeros.Otros procedimientos eran la cirugía o el internar al enfermo grave en unos establecimientos adyacentes a los templos, para que los dioses le tuvieran cerca.Los sacerdotes administraban la vida religiosa, tan importante o más que los asuntos terrenales, de los cuales se ocupaban los escribas.Respetado y adulado por todos, podía ascender fácilmente por la escala social desde que terminaba sus estudios en la ‘’Casa de la Vida’’.Lo más importante era el hecho de que constituía la base del funcionariado, sin cuyo concurso se habría paralizado la administración.En cuanto a los sacerdotes, eran delegados del faraón, verdadero dios viviente, que debía realizar todas las ofrendas, procesiones y ceremonias necesarias para mantener el orden universal, ‘’maat’’, porque sólo sus oraciones y ofrendas eran eficaces.La institución, creada directamente por los dioses, se mantuvo inalterada durante los tres milenios que duró la civilización egipcia.Y era un dios para ellos Dueño de un poder absoluto, Horus vivo, sostenía la maat, el orden cósmico.En un plano más íntimo, tenía momentos de ocio, como se representa en numerosas pinturas: cazando, pescando o paseando por los jardines del palacio.El harén real era llamado Casa Jeneret, tenía su propia administración, bajo las órdenes de la reina, y constituía una zona independiente del palacio.
Diversas actividades agrícolas de los egipcios, pintadas en la tumba de Najt.
Amenhotep III con las dos coronas
Ajenatón y su familia, presididos por el dios solar Atón
Tocado de una dama.
Papiro Ebers.
Faenas de recolección.
Entregando los impuestos
Espejo de cobre
Imhotep, médico.
Ramsés II en Qadesh
Restos de Deir el-Medina.
Maquetas de viviendas.
Esclavos nubios representados a la entrada del Gran templo de Ramsés II en Abu Simbel .
Campesino arando.
Artesanos.
Halcón de oro y piedras preciosas.
Obelisco inacabado. Cantera de Asuán
Infantería egipcia.
Escriba
Ajenatón con la corona Doble , el mayal y el cayado