La mujer en el Antiguo Egipto

El lugar que ocupaban en el Antiguo Egipto es semejante al que ocupaban las mujeres en otras culturas de la época, inclusive al de épocas posteriores.

Al casarse, la mujer mantenía su nombre, con el añadido «esposa de X», lo que es natural ya que el matrimonio no constaba como un acto administrativo, cosa rara en un Estado con la mayor burocracia posible, ni tampoco era una demostración religiosa.

El escriba Ani del Imperio Nuevo aconsejaba así al futuro esposo: Por supuesto las cosas no siempre transcurrían de forma idílica, y el divorcio estaba admitido.

Se daba por iniciativa de uno u otro cónyuge: si procedía el marido, tenía que ceder una parte de los bienes a su esposa; si era la mujer quien tomaba la iniciativa, ella tenía la misma obligación, pero en una medida menor.

Como en todas las culturas tradicionales, había un gran vínculo entre generaciones familiares siendo norma que los hijos protegieran a sus progenitores ancianos.

En la casa de familias acomodadas, la mujer tenía sus propias estancias, el opet, donde convivía con sus hijos y la servidumbre.

Guardémonos de una interpretación errónea: la descripción poco aduladora de la mujer en la literatura no significa que sea despreciada: el faraón se beneficia a menudo del mismo tratamiento por los narradores, que le presentan como limitado y fantástico.

Como madre, se convierte en la protección femenina pero, especialmente, como símbolo de la matriz, la que da la vida.

De hecho, aunque ella esté asociada con los ritos funerarios, es necesario recordar que la meta de estos ritos era evitar al difunto el experimentar una segunda muerte en la otra vida, lo que además explica el alimento descubierto en las tumbas por los arqueólogos.

Entre las reinas-faraón más conocidas están: Es necesario tener también en cuenta el papel considerable, tanto en el aspecto político como en el diplomático, de varias Grandes Esposas Reales: En el Imperio Nuevo la Gran Esposa Real era investida a menudo de un papel divino: «esposa del dios», «mano del dios»; Hatshepsut fue la primera Gran Esposa (de Thutmose II) que recibió este último título.

Es aquí cuando se presenta la disputa entre ambos, pues Tutmosis III cumple la mayoría de edad y Hatshepsut tendría que delegarle el poder, así que ella decidió emplear la figura de la diarquía, en la cual ambos llevarían la guía del imperio.

Para poder dar este impresionante salto, la audaz Hatshepsut tuvo antes que labrarse un bien seleccionado círculo de aliados, entre los que estaba el sumo sacerdote de Amón, Hapuseneb.

Así, se mantuvo en el trono junto a su hijastro durante veintidós años.

Durante su mandato Hatshepsut realizó una misión comercial a la tierra de Opone, país situado en la costa de África que llegaba hasta el mar rojo, cuyo objetivo era traer panteras, pieles de leopardo, incienso, maderas marfil, oro, etc.; emprendió muy pocas acciones militares y numerosas empresas arquitectónicas y comerciales.

Bajo el reinado de Amosis I, la función fue atribuida a la reina Ahmose-Nefertari, que obtuvo el nombre de esposa del dios y Mano del dios, y desde entonces fue ejercida por las Esposas Reales o por sus hijas, adquiriendo tal prestigio, que las reinas debían ser sus descendientes, que a su vez se convertían en nuevas Esposas del dios.

El valor de la mujer y su reconocimiento en los diferentes ámbitos profesionales llevó a la mujer egipcia a postularse como influyente y necesaria dentro de la política del Antiguo Egipto.

Excepto en el Imperio Nuevo, donde toda «función pública» fue atendida por varones, las mujeres ocuparon puestos de escriba de diferentes categorías en la administración, cargos muy importantes ya que en sus manos estaba la economía del país.

La mujer egipcia mantenía su independencia después del matrimonio, y podía tener su propio negocio, pudiendo ejercer una amplia variedad de oficios: había comadronas, tejedoras, intendentes; o bien colaboraban con el negocio de su marido, ayudándole.

Esto último era particularmente frecuente entre los campesinos, entre los cuales era habitual compartir el trabajo con toda la familia.

Busto de princesa hallado en Tell el Amarna
Escena de caza
El Papiro Prisse (1900 a. C.), uno de los textos más antiguos del mundo.
Isis como madre
Hatshepsut
Nefertari.
mujer amamantando a un bebé, Periodo remesida, 1295BC-1069BC.
Plañideras