Conflicto de las islas Kuriles

Pero Japón elevó una queja por las cuatro islas meridionales, que denomina Territorios del Norte (北方領土; Hoppō Ryōdo) y considera propias, pues según su postura, en el Tratado de San Francisco, Japón se comprometía a devolver territorios ocupados en su etapa imperial, y las islas meridionales ya le pertenecían antes del citado periodo, no habiendo sido rusas anteriormente.

El primer registro de una visita a las islas por la parte rusa data de comienzos del siglo XIX, cuando el capitán ruso Vasili Golovnín y su tripulación, quienes se habían detenido en Kunashir durante la elaboración de un estudio hidrográfico, fueron apresados por miembros del clan Nambu y enviados a las autoridades Matsumae.

Al año siguiente del suceso del capitán Golovnín, un comerciante japonés, Takadaya Kahei, también fue capturado en 1812 cerca de Kunashir por Pedro Ricord, otro capitán de navío ruso, esto llevó a Japón y Rusia a acordar entablar negociaciones para delimitar la frontera entre ambos países.

El acuerdo, si bien sirvió para formalizar las relaciones y fue visto por ciertos sectores políticos japoneses como una oportunidad de acercamiento hacia una potencia capaz de contrarrestar la influencia estadounidense; otros vieron la firma del tratado como poco ventajosa y otra muestra más de la injerencia extranjera en los asuntos internos japoneses.

El gobierno ruso por su parte, no estuvo muy satisfecho con su misión diplomática, puesto que uno de sus objetivos era llegar a un acuerdo comercial que finalmente no fue incluido en el primer tratado.

A finales de la década de 1860, Japón vive la restauración Meiji, un cambio completo en todos los aspectos estructurales del Estado que le hará pasar de su gobierno de corte feudal, en el que las alianzas entre clanes suponían un peligro para la autoridad, a una estructura estatal moderna siguiendo el modelo prusiano, donde el emperador era el representante máximo del poder, pero la gestión se llevaba a cabo mediante la Dieta imperial.

Por ello, el diplomático japonés, Enomoto Takeaki, había sido enviado a San Petersburgo para delimitar una frontera en la isla en 1867, llegando a un preacuerdo conocido como Tratado Provisional Ruso-Japonés de la Isla de Karafuto, nótese que Karafuto (樺太) era el nombre que los japoneses daban a la isla.

Este acuerdo alcanzado entre los rusos y el diplomático del shogun no fue reconocido por las nuevas autoridades Meiji, por lo que se buscó llegar a un acuerdo nuevo que delimitase definitivamente los problemas e incidentes ocurridos en la isla compartida por ambos países.

Ante ello, Japón cambió su política de neutralidad con Rusia frente a Corea aumentando significativamente su influencia y control sobre la península para disponer de una frontera más cercana con Manchuria desde donde aumentar su influencia en la zona.

Rusia por su parte impidió a los barcos chinos utilizar el puerto de Lüshunkou que ya a todos los efectos se gestionaba como una ciudad rusa más, lo que le ganó la desaprobación del Reino Unido, su rival imperial en el Gran Juego, que motivó la firma de una alianza entre el Reino Unido y Japón en 1902.

La guerra ruso-japonesa estalló en 1904 y concluyó en 1905 con una victoria japonesa que llevó al Tratado de Portsmouth, el cual fue muy ventajoso para el país asiático, si bien no fue tanto como la opinión pública del país esperaba.

[7]​ El embajador japonés ante la URSS, Naotake Sato, intentó persuadir a Mólotov para que hiciesen honor al tratado, a lo que inicialmente el ministro soviético accedió.

No obtuvieron sin embargo el protectorado sobre Hokkaido que Stalin y Mólotov habían intentado forzar con una invasión planeada de la isla tomando Rumoi como cabeza de playa.

Sin embargo, este plan pronto se vio truncado por la antipatía japonesa frente a los soviéticos, sucesores del Imperio ruso, por los viejos enfrentamientos territoriales así como la más reciente declaración de guerra en los últimos prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial.

La Unión Soviética trató de inducir al Japón a abandonar sus reivindicaciones territoriales alternando las amenazas y la persuasión.

Poco después de la firma del tratado, la URSS declaró que no entregaría las islas Jabomai y Shikotán bajo ninguna circunstancia, a menos que Japón derogase el tratado de inmediato.

Las islas son importantes tanto económica como militarmente debido a su abundancia de recursos naturales y su ubicación estratégica.

El archipiélago es importante para las defensas de Rusia porque los estrechos dan acceso al océano Pacífico a la Flota rusa del Pacífico, mientras que otros estrechos están bajo el control de países extranjeros.

La Pallada en Nagasaki , Japón (1854).
Japoneses visitando tumbas de sus familiares en Suisyou-jima, una de las islas Jabomai (actualmente bajo administración rusa).