La península ibérica alberga actualmente cuatro estados soberanos, la República portuguesa el Reino de España, Andorra y Francia que ocupa una porción del norte; y un territorio dependiente:Gibraltar.
Los 27 Estados miembros que pertenecen a la Unión Europea, comparten en común la capital de facto en Bruselas.
Históricamente han existido en la península diferentes formas de gobierno, territorios soberanos y capitales.
La presencia cartaginesa en la península llega al siglo VII a. C. con varias factorías comerciales, pero es en el siglo III a. C. cuando se convierte en un dominio territorial de corta e intensa duración en su disputa con Roma y ocupaba aproximadamente la mitad sur de lo que hoy es España.
En la segunda guerra púnica (218-201 a. C.) Italia y las colonias romanas eran atacadas y vencidas sistemáticamente por las tropas de Aníbal, hasta que Escipión decide atacar la fuente de suministros que suponía para Carthago la península.
Su territorio incluía una zona de la península ibérica arrebatada al reino visigodo, que se extendía aproximadamente desde Cádiz a Valencia, y su capital fue Cartago Spartaria, la actual Cartagena.
A Santianes llevarán la capital del Reino de Asturias los reyes Silo y Adosinda.
El Califato puso fin al emirato independiente instaurado por Abderramán I en 756 y perduró oficialmente hasta el año 1031, en que fue abolido, dando lugar a la fragmentación del estado omeya en multitud de reinos conocidos como taifas.
Bajo la monarquía filipina, desde 1580 hasta la restauración de independencia en 1640, Portugal mantuvo su capital en Lisboa con numerosas entidades administrativas propias (Desembargo do Paço, Mesa da Consciência e Ordens, Casa de Supplicação y la Casa do Civel, etc).
Burgos era caput castellae (cabeza de Castilla, como lo había sido Amaya, según el Poema de Fernán González), pero esa dignidad sólo le servía para hablar primero en las Cortes, disputándose la prelación con Toledo.
Pero no era capital legislativa, pues las Cortes se convocaban en Alcalá de Henares, Toro, Madrid o donde le conviniera al rey.
Con el rey Carlos I de España, que encerró a su madre (Juana la Loca) en Tordesillas, Toledo se convirtió en "ciudad imperial", y Granada fue la capital con la Real Chancillería y la Capitanía General del Ejército, donde mandó levantar un palacio renacentista en medio del castillo de la Alhambra donde pasó los meses posteriores a su boda con Isabel de Portugal (que tuvo lugar en Sevilla en 1526).
Es lo que también terminó haciendo un siglo más tarde Luis XIV: irse a Versalles.
[4] Sevilla siempre fue una ciudad próspera, tenía salida al mar a través de su río y se encontraba entonces en plena empresa americana.
Su padre, Carlos I, le había concedido el escudo a la urbe años antes.
Madrid, de otro lado, era una ciudad céntrica, con bosques, caza y buen clima.