Era yerno de don Pelayo, ya que estaba casado con su hija Ermesinda,[1] e hijo de Pedro, duque de Cantabria, el cual a su vez, hasta el siglo XIX, basándose en los antiguos cronistas, se creyó que fue hijo del rey visigodo Ervigio.
Según la versión rotense de la Crónica albeldense, Pedro era exregni prosapiem; o sea, de estirpe real visigoda y por consiguiente también lo sería su hijo Alfonso.
[2] Las Crónicas declaran que los reyes asturianos son descendientes de Leovigildo y Recaredo y tratan de crear una continuidad institucional entre ambas realidades políticas.
La moderna historiografía coincide en que la causa final de este fenómeno radica en lo que se denominada «neogoticismo» que respondía a una red de intereses políticos y al reforzamiento del prestigio personal de Alfonso III.
En el siglo XVI, el cronista Ambrosio de Morales describió del siguiente modo la tumba del rey Alfonso I el Católico, ubicada en la Santa Cueva de Covadonga:[9] En el sepulcro que se supone contiene los restos del rey Alfonso I y los de su esposa, la reina Ermesinda, y que se encuentra colocado en la Santa Cueva de Covadonga, en Asturias, fue grabado el siguiente epitafio:[10] De su matrimonio con Ermesinda, hija de don Pelayo nacieron los siguientes hijos: Fuera de matrimonio, tuvo un hijo con una esclava musulmana llamada Sisalda: