La Edad Media, Medievo o Medioevo es el período histórico de la civilización occidental comprendido entre los siglos V y XV.
A partir del siglo VI estos últimos se establecen definitivamente en la Península.
Leovigildo (574), ocupa Amaya y ejerce su poder en la que se configura la provincia visigoda denominada Ducado de Cantabria.
Cántabros, astures y vascones continuaron siendo foco de conflictos para el inestable reino visigodo hasta su desaparición a comienzos del siglo VIII.
Atendiendo a las primeras crónicas de la Reconquista sigue apareciendo Cantabria definida como unidad territorial.
Es en el siglo VIII, por tanto, cuando se asientan las bases socioeconómicas y culturales de la Cantabria actual.
La comarca lebaniega se instituyó así en refugio de la cultura latina e hispanogoda exiliada del vasto territorio dominado desde Córdoba, conservada en sus numerosos monasterios, pilares de la nueva sociedad feudal.
A la larga, sin embargo, caerían todos bajo la influencia de los más fuertes y ricos monasterios castellanos La consolidación y expansión experimentadas por el feudalismo europeo entre los siglos XI y XIII tuvo su expresión en la península ibérica en el fuerte avance que los reinos cristianos protagonizaron frente a la España musulmana, reducida a partir de entonces al Reino nazarí de Granada.
El objetivo, vinculado a las estrategias políticas y económicas del reino meseteño, era doble: habilitarlos para desarrollar las relaciones comerciales con la fachada atlántica europea y consolidar la frontera marítima de Castilla en un momento en el que los estados medievales reforzaban el control de sus territorios en toda la Europa occidental.
Esbeltez y majestuosidad caracterizan a grandes edificios en los que la verticalidad se impone al predominio horizontal del románico.
Entre las actividades marítimas desarrolladas en las nuevas villas destacará la pesca, antiguo producto de subsistencia cuya comercialización deberá regularse, ahora, mediante ordenanzas concejiles.
Erigida en auténtica potencia naval al servicio de la Corona castellana, la Hermandad, sin embargo, mantuvo una gran autonomía, implicándose en determinados conflictos (Guerra de los Cien Años) según sus propios intereses.
Tales pugnas finalizarían con la autoritaria imposición del poder real sobre la levantisca nobleza castellana llevada a cabo por los Reyes Católicos en los albores de la Edad Moderna, lo que no fue óbice para la permanencia de los dominios señoriales hasta la extinción del feudalismo.
Institución rectora local integrada por vecinos que elegían anualmente los cargos institucionales, los concejos se reunían a su vez en entidades superiores, los Valles (Alfoces o Juntas), para coordinar sus intereses.
Estas entidades se integraron asimismo en la estructura territorial extendida por toda la Corona castellana a partir del siglo XII: las Merindades.
Esta estructura administrativa sobrevivió con alguna modificación, al igual que la sociedad feudal, a lo largo de toda la Edad Moderna hasta su sustitución en el siglo XIX por la estructura territorial liberal sustentada en la provincia y los ayuntamientos.