Historia de la configuración territorial de Cantabria
No se sabe si existió alguna otra división o partición en la actual Cantabria a ciencia cierta.Desde el siglo XII y especialmente a partir del XIII adquieren importancia las villas costeras de Cantabria en el contexto castellano.Obtienen fueros, comercian, crean atarazanas y construyen barcos militares, expandiendo su influencia.Hoy se considera este hecho el primer paso en la conformación de la moderna comunidad autónoma, si bien ya lo habían intentado dar las Cuatro Villas de la Costa décadas antes, sin éxito.La provincia se completó en 1796 con los territorios más orientales, como la villa de Castro Urdiales, que no habían sido invitados a la primera junta y que tenían miras en Vizcaya, debido a su gran auge económico.Por otra parte, Santander retrasó desde el principio su adhesión, pues quería arrebatarle la capitalidad al pequeño pueblo de Bárcena la Puente.Tal provincia, con capital en Santander, población recientemente enriquecida por el comercio marítimo, asumió competencias en materia de rentas, aunque en otros asuntos siguió existiendo una complejidad institucional que desarticulaba el territorio, y tales competencias desaparecieron en 1803.Quizá, el mayor impedimento para la creación de una autonomía cántabra fue que el territorio seguía dividido en comarcas muy plurales, que habían arrastrado unas instituciones desgregadas desde la Edad Media hasta el siglo XIX.Pero sobre todo, fue la burguesía de la capital cántabra la que no veía con buenos ojos una autonomía para Cantabria, por el temor a ver disminuido su poder en el posible nuevo ente regional.[3] En este auge por encontrarse con una identidad territorial propia algunas instituciones mercantiles, culturales y deportivas se denominaron cántabras.Durante el franquismo hubo quien le quiso adjudicar al nombre de Cantabria una connotación exclusivamente regionalista y diferenciadora.El bando sublevado, que había combatido las tendendecias diferenciales regionalistas y nacionalistas, entendía que el término Cantabria implicaba una provincia de Santander con identidad propia y diferente a Castilla la Vieja, región a la que pertenecía la provincia de Santander, si bien entonces las regiones no tenían ninguna competencia administrativa.[9] Cabe destacar también el primer gran intento autonomista del siglo XX en Cantabria, cuando en 1936 se presentó un proyecto de estatuto[10] que fue llamado Cántabro-Castellano puesto que abría la puerta a la segregación del territorio cántabro junto a "otros ayuntamientos del litoral cantábrico y del interior de Castilla que, por afinidad de intereses y relaciones, desearan incorporarse al mismo".Este proceso tardío tiene sus raíces en la crisis de los años 1970, pues Cantabria había estado económicamente ligada a Castilla desde el siglo XVIII, siendo un intermediario entre ésta y Europa primero, y con las colonias españolas después.