[1][2] Además de los focos ya mencionados (Lucena, Puente Genil y La Rambla), la actividad alfarera en la provincia cordobesa española ha sido documentada en Alcolea, Baena, Bujalance, Cañete de las Torres, Castro del Río, Hinojosa del Duque, Hornachuelos, La Carlota, Montilla, Palma del Río, Posadas, Pozoblanco, Villa del Río, Villafranca de Córdoba y la propia capital.
La blancura, como en los alfares de Agost, Andújar u Ocaña, se conseguía mezclando con sal la pasta cerámica (el barro o arcilla preparado).
El proceso se recoge museísticamente en el Centro tinajero de Lucena.
[13] Cercano a Hinojosa, al este del valle de Los Pedroches, tuvo buena actividad alfarera y arriera el pueblo de Pozoblanco, que en 1940 contaba aún con una decena de talleres instalados en el propio domicilio del artesano y llamados "trabajaderos".
[14] En Baena, famosa por sus cántaros producidos sin embargo en tres o cuatro meses al año por el imperativo de las labores agrícolas,[15] solo se conservan las formas y decoración de la alfarería vidriada para agua.