El químico M. Christomanos y el minerólogo M. Alafousos fueron los primeros en darse cuenta de la magnitud del descubrimiento, al encontrar una casa completamente intacta.
[4][5] Los vestigios encontrados en Acrotiri se corresponden al final de la Edad del Bronce, Minoico Reciente, también denominado de los Segundos Palacios o Periodo Neopalacial (1600-1450 a. C.), aunque se han hallado restos pertenecientes al Bronce Antiguo y Medio.
La influencia cristiana se hizo sentir en el siglo IV al construir basílicas sobre los templos grecorromanos.
Una calle principal llega hasta la denominada «Plaza Triangular», un protoágora o espacio abierto de carácter público.
Algunos muros fueron reforzados con marcos de madera, presumiblemente para protegerse contra los terremotos, porque así se daba una cierta flexibilidad.
Talleres, tiendas y almacenes se encontraban normalmente en el sótano que consistía en una serie de habitaciones.
Sin embargo, en la cocina, lo que se preparaba más era el pescado, junto con los mejillones y las vieiras.
El cuerpo y la cabeza están realizados con la fundición a la cera perdida, pero se puede observar que las patas fueron agregadas más tarde.
Por otra parte, se encontraron algún Rhyton, o donaciones en forma de animal, y con una elaborada decoración.
[12] La isla, debido a su superficie, tanto entonces como en la actualidad, no es muy apropiada para la cría de ganado.
Las aceitunas eran un producto extendido por todas las islas del mar Egeo, aunque seguramente en una cantidad mayor que hoy en día, debiendo tener Acrotiri un papel muy significativo para su comercio.
Es probable, que entre los huidos de la erupción, algunos perdieran sus vidas debido a los gases emanados o por los maremotos.
Se hundieron los techos debido a la sobrecarga, pero los edificios quedaron protegidos de la destrucción, para las etapas posteriores y más graves.
Las mujeres por el contrario, se pintaban con la piel blanca, peinadas con adornos en el pelo y con faldas largas.
[24] Unos cuantos personajes de ambos sexos, que se cree son sacerdotes en ceremonias, llevan una túnica, conocida desde el Oriente Medio.
Se trata principalmente de personas que están representadas durante un trabajo físico, como los pescadores, los remeros o los pastores.
De éstas, 120 son remeros que se ilustran esquemáticamente en los barcos, otros están muy mal conservados para su evaluación.
Se encuentran también 170 figuras de hombres con la cara suficientemente reconocible y solo diez mujeres.
Corresponde a más de cuatro metros en comparación con la medida del cuerpo, por lo que, si fuera real, no podría sostenerse libremente con una mano.
Este escudo era demasiado pesado para sostenerlo con una sola mano y por tanto necesitaba la ayuda de unas correas.
Otro fresco en la misma habitación muestra una pequeña estructura que se interpreta como una fuente sagrada.
Pocas veces se podía confiar en la vela, ya que entonces el viaje era solo posible con viento.
Los barcos estaban en condiciones de navegar y podían fácilmente alcanzar los objetivos más lejanos.
La figura es en las formas biológicamente muy precisa, pero no en el color, que parece haber sido utilizado más por su efecto de contraste.
Las figuras están tratadas con gran finura, algunas llevan cestas y otras se sacan una espina del pie.
Los delfines se han encontrado en escenas marítimas de las pinturas murales decorativas que adoptan formas muy estilizadas.
[29] La Casa del Oeste se considera la residencia de un arconte y podría ser el lugar dedicado a los espectáculos públicos.
Su cabeza está rapada con la excepción de dos largos mechones que caen por detrás y dos más cortos sobre la frente.
A medida que avanza el tiempo, las últimas estatuillas cuentan con algún detalle como ojos o bocas levemente insinuados.
De anchos hombros y caderas estrechas, las figuras representan en su mayor parte mujeres desnudas con los brazos cruzados sobre el estómago.