Por ello forma parte de lo que se conocen como alternativas a los combustibles fósiles.
En Europa, Argentina y Estados Unidos ha surgido diversa normativa que exige a los proveedores mezclar biocombustibles hasta un nivel determinado.
Generalmente los biocombustibles se mezclan con otros combustibles en cantidades que varían del 5 al 10 %.
Otras alternativas, como el biopropanol o el biobutanol, que son menos populares, pero no pierde importancia la investigación en estas áreas debido al alto precio de los combustibles fósiles y su eventual agotamiento.
Los biocarburantes han sido clasificados según dos criterios de diferente origen, pero que pueden resultar complementarios.
No obstante, en algunos autores,[4] así como en la promoción de productos o procesos, se encuentran órdenes más altos (tercera y cuarta generación) donde se tienen en cuenta otros factores no tan evidentes como el criterio fundamental.
[9] Los dos criterios simples anteriormente expuestos presentan algunas dificultades para encuadrar con cierta exactitud a determinados productos.
Los combustibles de alcohol son producidos por fermentación de azúcares derivados por el trigo, maíz, betabel, caña, melaza y cualquier azúcar o almidón por las cuales las bebidas alcohólicas pueden ser hechas (como la patata y los desechos frutales, etc.).
Además, este es un combustible oxigenado, es decir, que este contiene una cantidad reducida de carbono y un contenido alto de hidrógeno y oxígeno más que el diésel fósil.
Un estudio dirigido por el profesor Lee Sang-yup en el Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea (KAIST) y publicado en la revista científica internacional Nature utilizó una cepa genéticamente modificada de la Escherichia coli alimentada con glucosa que se encuentra en plantas u otros cultivos no alimentarios para producir biogasolina con las enzimas producidas.
Es decir, consiguieron transformar glucosa en gasolina de biocombustible que no necesita ser mezclada.
Un ejemplo se da en Villa María con la integración entre la empresa Gas carbónico Chantore y ACABIO.
La producción de algas para cosechar aceite para biocombustibles todavía no se ha llevado a escala comercial.
La industria tiene ventajas comparativas por su escala y la agrícola por el sistema de producción Argentino bajo siembra directa.
A la vez, mencionan beneficios adicionales han surgido en dichas cepas, incluyendo la mejora de floración sincronizada, una resistencia mayor a las pestes y enfermedades, y un incremento en su tolerancia al clima frío.
Muchos vehículos utilizan biocombustibles a base de metanol y etanol mezclado con gasolina.
La palabra biocombustible, por lo tanto, se presta a confusión, al sugerir unas características que este tipo de productos no tienen.
En otras ocasiones se talan bosques para cultivar plantas (como la palmera aceitera) a partir de las cuales producir biocombustibles, provocando deforestación o desecación de terrenos vírgenes o selváticos.
Es necesario además tener en cuenta en la contabilidad energética todos los insumos de estos cultivos.
Si la materia prima empleada procede de plantas cultivadas expresamente para producir biocombustibles, hay que considerar si este es el mejor uso posible del suelo frente a otras alternativas (cultivos alimentarios, reforestación, etc.).
[29] La última década ha sido caracterizada por un crecimiento exponencial de los biocombustibles y la biomasa sólida a escala comercial.
Inicialmente estuvo fuertemente apoyada por el ambientalismo, pero luego esto ha cambiado difundiéndose por los medios masivos de comunicación una visión negativa que influyó sobre la percepción pública en muchos países especialmente en la Unión Europea.
Debe diferenciarse la explotación de biomasa tradicional ligada a la destrucción del ambiente y los recursos naturales.
Se remarca la necesidad de alcanzar una correcta percepción pública sobre sus bondades y beneficios en relación a las alternativas fósiles.
Se están produciendo mejoras en los biocombustibles de todas las generaciones con positivas externalidades que deben ser profundamente estudiadas y promovidas.
Una de las causas es que, pese a que en las primeras producciones de biocarburantes solo se utilizaban los restos de otras actividades agrícolas, con su generalización y fomento en los países desarrollados, muchos países subdesarrollados, especialmente del sureste asiático, están destruyendo sus espacios naturales, incluyendo selvas y bosques, para crear plantaciones para biocarburantes.
Los estudios científicos[34] señalan que en realidad los agrocombustibles emiten más CO2 si se tiene en cuenta la cadena completa de producción y la deforestación.
Las plantaciones para biocombustible dan beneficios cada seis meses, y los pastos en los que se crían las vacas lo dan a varios años, con lo que se comenzaron a usar estos pastos para crear biocombustibles.
La última década ha sido caracterizada por un crecimiento exponencial de los biocombustibles y la biomasa sólida a escala comercial.
Inicialmente estuvo fuertemente apoyada por el ambientalismo, pero luego esto ha cambiado difundiéndose por los medios masivos de comunicación una visión negativa que influyó sobre la percepción pública en muchos países especialmente en la Unión Europea.