El resultado del trabajo del INTA le permite al país alcanzar mayor potencialidad y oportunidades para acceder a los mercados regionales e internacionales con productos y servicios de alto valor agregado.
[3] En 1956 la Argentina se encontraba en una grave crisis económica, con una balanza de pagos y una deuda externa marcadamente negativas.
Como respuesta, la Comisión Conjunta Naciones Unidas/Gobierno Argentino – presidida por el economista argentino y Secretario de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), Raúl Prebisch – recomendó la creación de un instituto específico.
Mediante la ley de creación se transfieron al INTA 18 estaciones experimentales creadas en los 40 años anteriores.
[4] Cuatro meses más tarde Guido anula esta medida para el caso del INTA.A mediados de 1963 se realizan nuevamente elecciones resultando elegido el radical Arturo Umberto Illia.
[4] En este período el INTA continuó creciendo, sumando estaciones experimentales y empleados, a la vez que no existieron modificaciones normativas.
Sin embargo, Illia no podría terminar su mandato al ser derrocado por la autodenominada Revolución Argentina en junio de 1966.
A los empleados despedidos se les dio tierras en compensación, que con ayuda del INTA pudieron explotar mediante una cooperativa.
En 1969, el gobierno del teniente general Onganía publica una ley que extiende el impuesto del 1,5% para financiar el INTA a productos agroindustriales, no contemplados por la norma original que solo incluía productos primarios.
Perón gana pero muere al año siguiente, dejando en el poder a la vicepresidenta, María Estela Martínez.
El INTA fue uno de los organismos estatales más golpeados por la última dictadura cívico militar.
[6] Apenas asume emite leyes que le permiten despedir empleados públicos por "razones de seguridad".
Sus funciones también se vieron afectadas durante este período al quedar relegado a la investigación básica, debiendo dejar el desarrollo y la comercialización de las variantes producidas en manos de empresas transnacionales.
A pocos días de asumir, envía al congreso un proyecto de ley para devolver la autarquía al INTA y reinstaurar el impuesto a las exportaciones primarias, que es aprobado en marzo.
La intervención perdura hasta marzo de 1985 cuando se designa el nuevo Consejo Directivo.
Por ello, se efectuó un profundo rediseño de la organización, con énfasis en la descentralización, la participación y la integración.
En estos años INTA también refuerza sus tareas de extensión, con la creación del Programa Social Agropecuario, Programa de Reconversión Productiva para Pequeños y Medianos Productores “Cambio Rural” y ProHuerta.
En esos doce años se sucedieron cinco presidentes en el INTA, siendo el ingeniero Carlos Casamiquela (2009-2013) quien tuvo una gestión más prolongada.
[12] Nicora logró detener los despidos argumentando que "no existe la metodología para medir la dotación óptima en una institución de ciencia y técnica", por lo que se dispuso un plazo de dos años para definir el tema.
[13] Bajo la dirección de Nicora se planificó el Plan Estratégico Institucional 2015-2030, que establece los lineamientos del Instituto para ese período.