Con la conquista romana y la creación del Principado por Augusto, el término griego para rey fue aplicado en los países de habla griega al emperador romano; por esto, sería utilizado más tarde por los emperadores bizantinos.Su poder se apoyaba en la familia patriarcal (genos) y en la casa (oikos) que configuraba la unidad económica de la misma sustentada en la propiedad de la tierra, cuyas principales actividades económicas eran la agricultura y sobre todo la ganadería, que era también un símbolo del poder del basileos, pues para mantener sus rebaños era necesario contar con una gran extensión de tierras.[9] En la época clásica, la monarquía había desaparecido en casi todas las polis griegas, sustituida por gobiernos aristocráticos u oligárquicos y, más tarde, democráticos.Los únicos estados griegos donde continuaba vigente la institución monárquica eran Esparta, con sus dos reyes rivales, Siracusa y Cirene.Fuera del caso espartano, los griegos clásicos consideraban bárbara, o sea extranjera, el gobierno de un rey.El título romano de «Imperator», que en principio designaba a un general victorioso y se había convertido en una prerrogativa exclusiva del Príncipe y su familia, se tradujo como: «Autokrator»; es decir, el soberano absoluto.Si bien en Roma se evitaba la palabra rex, su equivalente latino, tal prejuicio era desconocido en el oriente helenístico.Heraclio adoptó esta denominación para reemplazar el título latino de Augusto en 629 y comenzó a ser utilizado como título oficial a partir de Justiniano II, mientras que el idioma griego reemplazaba progresivamente al latín en monedas y documentos oficiales.El Imperio, que en teoría era uno solo, era dirigido en su territorio oriental por la emperatriz Irene, regente de su hijo Constantino VI, lo cual era contrario tanto a la costumbre romana, donde el Imperio era gobernado por un emperador varón, como germánica, en especial de los francos.Juan II Comneno consideró así que «el encargo del Imperio le había sido confiado por Dios».Esta concepción se encuentra esencialmente en las operaciones militares: Alejo I Comneno y Juan II Comneno estiman así como el ejército está colocado «bajo Dios, general en jefe, y yo, su subordinado; una campaña militar, pues, no puede ser iniciada más que si toma el camino de la voluntad divina.Sólo el Emperador, delegado de Dios, puede usar la porprada imperial: vestido, diademas y perneras.Las leyes de sucesión, incluso no escritas, constituyen «los derechos comunes del Imperio romano» que el basileus puede interpretar, y las carencias de las que puede suplir por decisiones personales tomadas conforme a las costumbres griegos.Para asegurar su sucesión, Basilio I asocia al trono a sus hijos Constantino, León y Alejandro, inaugurando así una práctica que se perpetuará con el paso del tiempo.León VI, su sucesor, contrae tres matrimonios sin poder engendrar un heredero, y contrae entonces, en violación del Código Civil que él mismo había promulgado, una cuarta unión de donde nace un hijo, Constantino, que la emperatriz Zoé se ocupa de hacer nacer en la porphyra.
Follis
de bronce de
León VI el Sabio
(r. 886-912). El reverso muestra los títulos griego latino transcripto utilizados en las monedas imperiales: + LEON En ΘEO bASILEVS ROMEOn, "León, en Dios Emperador de los romanos".