Las milicias realistas auxiliadas por los mapuches mantendrían la resistencia contra los patriotas hasta el fin de la guerra.
Confiando en resolver políticamente la rendición de los restos del ejército adversario teniendo en cuenta las pérdidas sufridas, enfrentando los primeros problemas políticos para la organización nacional y las dificultades económicas para llevar la guerra al Perú, considerando la época del año y la necesidad de afrontar un terreno cuya población era en buena medida hostil a la causa y amenazados por las tribus indias, leales a España, por segunda vez no se continuó la ofensiva sobre el sur hasta aniquilar a los adversarios de la independencia de América.
Por su parte, Osorio con unos 600 hombres había podido retirarse y entraba a Talcahuano el 13 de abril.
Sánchez pasó luego a Los Ángeles, "la llave maestra de las fronteras" con los araucanos, donde "comenzó a disciplinar día i noche los reclutas que se juntaban en toda la línea del Biobio i aun mandó amansar potradas salvajes para sus jinetes".
[1] En Florida, Sánchez se reunió con los caciques Calbulevu (Collico), Dumacan (Bureau), Antineu (Rinaico) y Coliman (Santa Bárbara) entre otros, comprometiéndolos a apoyar su causa.
[1] El 21 de mayo de 1818 Lantaño envió un gran destacamento al mando del capitán Manuel Bulnes Quevedo, padre del futuro presidente, contra Parral exterminando a la reducida guarnición patriota, lo mismo que realizaba por Cauquenes otra partida realista.
A pesar del aturdimiento general i de los malos auspicios bajo los que se confiaba á aquel gefe el sosten de la campaña por aquel lado, no trepidó un momento en correr los nuevos i terribles riesgos que le esperaban.
[2] En octubre arribaron a Talcahuano tres transportes de la expedición que convoyaba la fragata María Isabel.
Aunque así reforzado, las fuerzas al mando del coronel Sánchez superaban los 1600 hombres, el comandante realista juzgaba que "era sin embargo mui débil para resistir los ataques de San Martin si se dirigía sobre aquel punto con las tropas de que podia disponer".
Si bien obedecía estrictamente las instrucciones dejadas por Osorio, "deseaba el virei Pezuela con la mayor ansia que Sánchez se mantuviera en la frontera de Arauco para entretener lac fuerzas rebeldes i paralizar por algún tiempo la ejecucion del proyecto de invadir el reino del Perú.
Dos semanas después de su victoria en Maipú, San Martín había destacado al comandante argentino José Matías Zapiola con 250 hombres del Regimiento de Granaderos a Caballo a Talca para que custodiara la línea del río Maule.
Dos meses después, Cajaraville efectuó una nueva incursión sobre la misma Chillán el 3 de julio, pero fue rechazado por Lantaño quien había acrecentado sensiblemente sus fuerzas con milicias reclutadas en la zona gracias a la prédica de los frailes franciscanos, por lo que nuevamente retrocedió a sus líneas.
Sus instrucciones hacían hincapié en no arriesgar sus fuerzas y en esos términos tranquilizaba a su comandante:"Viva Ud.
[6] Consecuentemente, Zapiola permaneció en Parral hasta obtener información acerca de la situación del enemigo.
Al repasar el Ñuble una compañía de Granaderos fue atacada por guerrilleros sufriendo doce muertos y diez heridos.
Domingo Salvo comisionó también al capitán Miguel Salazar para comprometer a los caciques Longuimay, Hueñiri, Millalem y Collico entre otros.
Escalada dividió sus fuerzas en tres escuadrones, al mando de Nicasio Ramallo, Benjamín Viel y Ángel Pacheco.
Si bien Balcarce era un buen comandante y tenía una larga y exitosa experiencia en la lucha por la independencia, no conocía "la topografía del sur de Chile ni el carácter de sus habitantes entre los que iba a presentarse como un estraño casi como un intruso.
[2] Pero ya en campo realista, mientras mantenía engañado al mando patriota entraba en realidad en tratativas con sus antiguos compañeros.
Perdida la sorpresa, Lantaño tuvo oportunidad de desplegar sus fuerzas al norte del río Laja defendiendo el vado.
En la noche del 16 la vanguardia patriota se lanzó sobre un supuesto vado para cortar la retaguardia realista, pero engañada por los informes falsos pasó en su búsqueda hasta el amanecer.
Tras recorrer 14 leguas a marchas forzadas llegó al río donde Viel comprobó que el cruce ya se había iniciado y para entorpecer la operación, sin esperar al grueso, envió un mensajero pidiendo a Los Ángeles el urgente envío de fuerzas de infantería y lanzó una carga sobre un escuadrón de lanceros que guardaba la retaguardia enemiga poniéndolo en fuga.
No obstante no siguipo avanzando ya que para hostigar a las tropas sobre la ribera debía bajar una colina elevada y cubierta de árboles, lo que sin infantería de apoyo implicaba arriesgar su escasa fuerza a una segura emboscada.
[11] Por otra parte, Balcarce consideraba que el núcleo del ejército realista había sido aniquilado, sus condiciones logísticas eran deplorables, su moral baja y que las mismas dificultades mencionadas para arribar a Valdivia actuarían sobre la tropa en retirada asegurando su disolución.
La subordinación y la moral del soldado se han perdido en terminos que ya ninguno obedecía".
Completaban el dispositivo pequeñas guarniciones en Talcamávida, frente a Santa Juana, al mando del guerrillero José Santos Astete, y en San Pedro, a las órdenes del capitán Pedro Agustín Elizondo, así como partidas volantes que recorrían el territorio.
Los indios Boroa, vecinos de la Imperial, acaudillados por su cacique Curiqueo, también se pronunciaron por la causa realista.
Incluso entre los pehuenches, los caciques Martín Toriano, Juan Neculman y Chuica se pronunciaron por la defensa de la causa del Rey.
Los pocos granaderos sobrevivientes montaron e intentaron romper la línea enemiga en tres oportunidades hasta que todos cayeron.
El espacioso fuerte contaba con un foso exterior y cuatro bastiones defendidos con 4 pequeños cañones.