[7] En 2016, nuevos cálculos mostraron que este lejano planeta desconocido tendría probablemente una órbita inclinada y excéntrica que va desde no menos de 200 UA hasta no más de aproximadamente 1600 UA del Sol.
La órbita estaría más o menos en el mismo plano que los objetos transneptunianos extremos, pero con su eje mayor en la dirección opuesta.
Le Verrier predijo la posición de este nuevo planeta y envió sus cálculos al astrónomo alemán Johann Gottfried Galle.
[14] Le Verrier rechazó a su vez la hipótesis de Babinet, diciendo: «[No hay] absolutamente nada que permita determinar la posición de otro planeta, salvo hipótesis en que la imaginación juegue una parte demasiado grande».
Búsquedas posteriores no lograron encontrar el «planeta» en una posición diferente, y en 1878, C. H. F. Peters, director del Observatorio del Hamilton College en Nueva York, demostró que no había tal estrella, y que los resultados anteriores se debían a un error humano.
[14] Otros, sin embargo, argumentaban que las órbitas de los cometas implicados eran aún demasiado inciertas para producir resultados significativos.
La primera fue iniciada por el astrónomo danés Hans Emil Lau quien, tras estudiar los datos sobre la órbita de Urano entre 1890-1895, concluyó que un planeta transneptuniano por sí solo no podía explicar las discrepancias en su órbita, y postuló la posición de los dos planetas que creía responsables.
La segunda se inició cuando Gabriel Dallet sugirió que un solo planeta transneptuniano situado a 47 UA podría explicar el movimiento de Urano.
[17] Ketakar sugirió que Urano, Neptuno y sus planetas transneptunianos hipotéticos se encontraban en resonancias de Laplace similares.
No está claro cómo Ketakar llegó a estas cifras, y su segundo planeta, Vishnu, nunca fue localizado.
[23] Pickering llegó a sugerir muchos otros posibles planetas transneptunianos hasta el año 1932, a los que llamó P, Q, R, S, T y U; ninguno se detectó nunca.
También tomó una tercera imagen como un control para eliminar los resultados falsos causados por los defectos de una placa individual.
[27] Después de descubrir Plutón, Tombaugh continuó buscando en la eclíptica otros objetos distantes.
Encontró cientos de estrellas variables y asteroides, así como dos cometas, pero no más planetas.
Poco después de su descubrimiento en 1930, Armin O. Leuschner sugirió que su oscuridad y alta excentricidad orbital lo hacían más similar a un asteroide o un cometa.
Puede tratarse de un gran asteroide con una órbita significativamente perturbada por una estrecha aproximación a un planeta mayor, como Júpiter, ser uno de los muchos objetos aún por descubrir a largo plazo o un objeto cometario brillante».
Se llegó así a la conclusión de que Plutón no era el Planeta X.
[39] Determinaron la masa de Plutón en 1.31 × 1022 kg; aproximadamente unas 500 veces menor que la terrestre o seis veces inferior a la lunar, y demasiado pequeña para justificar las discrepancias observadas en las órbitas de los planetas exteriores.
[41] En los años 1980 y 1990, Robert Harrington lideró una búsqueda para determinar la verdadera causa de las irregularidades aparentes.
[44] Sin embargo, tanto Marsden como P. Kenneth Seidelmann refutaron la hipótesis del Planeta X, al demostrar que el cometa Halley irregularmente expulsa chorros de material, causando cambios en su propia trayectoria orbital, y que un objeto tan masivo como el Planeta X habría afectado gravemente a las órbitas de los planetas exteriores conocidos.
[45] Aunque su misión no implicaba una búsqueda del Planeta X, el observatorio espacial IRAS fue noticia brevemente en 1983 por el hallazgo de un «objeto desconocido» que describieron inicialmente como «posiblemente tan grande como el planeta gigante Júpiter y tan cercano a la Tierra que sería parte de este sistema solar».
[53] Después del descubrimiento de Plutón y Caronte, no se encontraron más objetos transneptunianos (TNOs) hasta (15760) 1992 QB1 en 1992.
[62] La forma más sencilla de explicar la peculiar órbita de Sedna sería localizar uno o varios objetos en una región similar, cuyas diversas configuraciones orbitales proporcionarían una indicación en cuanto a su historia pasada.
[68] Mike Brown señaló que «Sedna es aproximadamente tres cuartas partes del tamaño de Plutón.
[69] Sin embargo, señala que, paradójicamente, si se encuentra un objeto en esta región con un tamaño similar al terrestre, todavía sería un planeta enano por la definición actual, ya que no habría limpiado su vecindario.
[69] La especulación sobre un posible planeta transneptuniano ha girado en torno al llamado «acantilado de Kuiper».
Algunos pueden haber escapado del sistema solar por completo para convertirse en planetas que flotan libremente por el espacio interestelar, mientras que otros estarían orbitando en un halo alrededor del sistema solar, con períodos orbitales de millones de años.
[75] Desde el descubrimiento de Plutón, muchos otros objetos han sido descubiertos en regiones transneptunianas.
Tienen especial importancia aquellos que se han clasificado como planetas enanos, descubiertos a principios del siglo XXI.
La UAI ha identificado inicialmente tres cuerpos celestes que junto a Plutón conforman los planetas enanos más allá de Neptuno.