Hay cuatro planetas gigantes conocidos en el Sistema Solar: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Muchos gigantes planetas extrasolares han sido identificados orbitando otras estrellas.
Sin embargo, muchos astrónomos ahora aplican este último término solo a Júpiter y Saturno, clasificando a Urano y Neptuno, que tienen diferentes composiciones, como gigantes de hielo.
Las diferencias definitorias entre una enana marrón de muy poca masa y un gigante gaseoso (~ 13 MJ) se debate.
[2] Parte del debate se refiere a si las enanas marrones deben, por definición, haber experimentado una fusión nuclear en algún momento de su historia.
Las atmósferas observables de todos estos planetas (a una profundidad óptica inferior a la unidad) son bastante delgadas en comparación con sus radios, y solo se extienden aproximadamente un uno por ciento del camino hacia el centro.
El término, más bien engañoso, se ha popularizado porque los científicos planetarios suelen usar roca, gas y hielo como abreviaturas para las clases de elementos y compuestos que comúnmente se encuentran como constituyentes planetarios, independientemente de la fase en que aparezca la materia.
Con esta terminología en mente, algunos astrónomos han comenzado a referirse a Urano y Neptuno como gigantes helados para indicar el predominio de los helados (en forma fluida) en su composición interior..[4] El término alternativo planeta joviano se refiere al dios romano Júpiter, cuya forma genitiva es Jovis, por lo tanto joviana, y tenía la intención de indicar que todos estos planetas eran similares a Júpiter.
Por lo tanto, aterrizar en un planeta gigante puede o no ser posible, dependiendo del tamaño y la composición de su núcleo.
ambos tienen campos magnéticos que están fuertemente inclinados a sus ejes de rotación.
Urano tiene más hidrógeno y helio que Neptuno a pesar de ser menos masivo en general.
Además, estas estrellas tienen una alta radiación UV y vientos que podrían fotoevaporar el gas en el disco, dejando solo los elementos pesados.
Las bandas que se ven en la atmósfera de Júpiter se deben a corrientes de circulación en contra del material llamadas zonas y cinturones, que rodean el planeta en paralelo a su ecuador.
Esto parece ser el resultado de la rápida rotación y la simetría subyacente del planeta.
En Júpiter, la característica más notable es la Gran Mancha Roja, que ha estado presente durante al menos 300 años.