En la ciudad eterna las "maravillosas fuentes" y los "pinos como paraguas que aparecen en todas partes del horizonte" eran dos características que, en palabras del propio compositor, "[han] hablado a mi imaginación por encima de todo".
[8][9] La partitura está escrita para una gran orquesta sinfónica romántica formada por:[10] Las buccinae son un instrumento militar de la Antigüedad.
[2] Respighi logra un éxito espectacular, produciendo un montaje colorido y emocionante de impresiones que capturan la imaginación sin divagar ni volverse digresivo.
La pieza también representa el progreso a través del tiempo, empezando con niños jugando y terminando con hombres adultos en uniforme de soldados.
Al mismo tiempo, la colina del Janículo está dedicada a Jano, el dios de los comienzos, los finales y las transiciones, y tiene dos caras, que miran tanto hacia delante como hacia atrás en el tiempo.
[4] Tras la rápida introducción, aparece el tema principal (Oh quante belle figlie Madama Dorè) confiado al corno inglés, los fagotes y las trompas.
La reaparición posterior del girotondo es reanudada y entrelazada con los repiques de marcha interpretados por la orquesta entera, que conducen hacia el arrollador crescendo final.
El programa hace referencia a la canción infantil "Al corro de la patata", que en italiano se titula "Girotondo".
Representa unos pinos ubicados cerca de una catacumba, es decir, una caverna que se suele utilizar para enterrar a los muertos.
La atmósfera se torna de repente sombría en esta sección, contrastando por completo con la anterior.
[4] Tras el rápido desvanecimiento de la salmodia, una coda nos devuelve a la sombría atmósfera inicial.
Los dioses de dos caras abren grandes puertas y portones para marcar el comienzo del año nuevo.
El oboe presenta un nuevo tema retomado por un violonchelo y luego desarrollado por las cuerdas en un amplio crescendo.
El corno inglés entra con una exótica melodía, casi una danza oriental, antes de que las trompas inicien el poderoso crescendo al que todos los demás instrumentos se unen gradualmente para preparar la fastuosa conclusión.
Aunque Respighi estaba decidido a reconducir al público italiano, a patadas y gritos si era necesario, hacia la música instrumental, un campo antaño dominado por los músicos italianos, también era plenamente consciente de que no sería una lucha fácil.
Pero la marcha triunfal que concluye la obra se ganó al público, y el Finale fue recibido con una ovación.
No obstante, muchos críticos han tachado a Respighi y su obra de ramplones, exagerados, ultraconservadores e incluso fascistas.
[4] Es el poema sinfónico más representado de los tres que conforman su Triología romana.
En 1935 Piero Coppola junto con la Orquesta del Conservatorio de París grabaron la pieza para EMI, editada en el Reino Unido por His Master's Voice y en Estados Unidos por RCA Victor en discos de 78 rpm.