El niño era sin embargo un lector compulsivo y autodidacta de todo tipo de literatura, y empezó a trabajar a los catorce años como botones en un banco.
Por entonces sus lecturas son sobre todo poesía, en especial Juan Ramón Jiménez y poetas de la generación del 27, pero también Valle-Inclán, Ramón Gómez de la Serna y Pablo Neruda.
Describiría esos años en La noche que llegué al café Gijón.
[cita requerida] Por otro lado, Arturo Pérez-Reverte señala entre sus defectos la superficialidad y el plagio.
[11] Con respecto a la polémica que acompaña a Umbral sobre Galdós, a la pregunta de una periodista sobre si Umbral era un escritor galdosiano, el propio Diego Vadillo López apuntaba lo siguiente en dicha entrevista: “–Podríamos decir que tanto Galdós como Umbral son balzacquianos en el sentido de poner empeño en dejar retratada literariamente una sociedad y una época, divergiendo ambos en el modo de hacerlo, pues Galdós, aunque cuenta con pasajes de alto componente sugestivo en un sentido lírico en sus novelas, dicha voluntad de estilo queda circunscrita a la historia, a la que sin duda amabiliza, pero Umbral desliga el estilo de lo literariamente referido, haciéndolo brillar con luz propia, quedando la historia subyugada y, a la vez, realzada por este, si bien en un sentido opuesto a Galdós.
El candidato a la presidencia del gobierno José María Aznar había sido recibido en esta localidad en olor de multitudes mientras que Felipe González había sido abucheado en la Universidad por esos mismos días.
[13] Entre sus influencias destacan Edmondo De Amicis, Alphonse Daudet, Blasco Ibáñez, Lord Byron, Valle-Inclán, Miguel Delibes, Camilo José Cela o Baudelaire.
[14] Un perfil completo de su vida y obra se encuentra en el libro "Umbral, la visión desencadenada", del escritor y crítico chileno Gregorio Angelcos (Ediciones Anáhuac, Santiago 2012).
La obra de Umbral es trasversal y profundamente autobiográfica (él mismo ha dejado escrito que "No he hecho más que memorias en mi vida"), donde la diferenciación de estilos es compleja e imperfecta.
Un capítulo especial en su producción literaria lo ocupan los libros autobiográficos, aunque la autobiografía inunda también toda su obra narrativa y periodística, e incluso se considera que ella es "el principal camino de acceso a su biografía".
[16] Cabe destacar La noche que llegué al café Gijón (1977), Memorias eróticas (Los cuerpos gloriosos) (1992), El hijo de Greta Garbo (1977) y sus memorias periodísticas Días felices en Argüelles (2005).
Obtuvo el Premio Nacional de Cuentos Gabriel Miró en 1964 con Tamouré y fue finalista del premio Guipúzcoa el mismo año por su novela corta Balada de gamberros.
También es finalista del Premio Elisenda de Moncada por Si hubiéramos sabido que el amor era eso (1969).
Fue finalista del Premio Planeta en 1985 con Pío XII, la escolta mora y un general sin un ojo.
En 1992 su novela Leyenda del César visionario obtuvo el Premio de la Crítica 1991.
Película documental española de los directores Charlie Arnaiz y Alberto Ortega.