[5] Su muerte como primer obispo mártir en tierra firme tuvo un fuerte impacto en su época y comenzó desde ese mismo momento una leyenda que considera a la ciudad como lugar maldito, en justo castigo por esta muerte.
Su fantasma se levantaría en la oscuridad reclamando por una justicia que no le ha sido dada todavía.
Muchos afirman, que es el alma en pena del campisto[8] suplicando a Dios lo deje entrar al cielo.
El barco y su tripulación están bajo una maldición por la cual navegan perdidos, sin ver tierra nunca.
Los pescadores se santiguan y sin dar respuesta, viran rumbo con sus lanchas alejándose del barco maldito para no correr la misma suerte que su tripulación.
El investigador folclórico Francisco Pérez Estrada recopiló la versión más difundida:[9] El poeta Pablo Antonio Cuadra dio a conocer otra versión contada por Juan de Dios Mora, viejo marino del lago:[11] También, su poema "El Barco Negro" esta en su libro "Cantos de Cifar y del Mar Dulce".
Un día se enteró de que fue traicionada por una mujer "mas hermosa", ella desquito su enojo con sus dos hijos llevándolos al río, ahí los ahogo, pero después de un tiempo se arrepintió y terminó ahogándose así misma.
varias veces hasta enloquecerla y condendandola a vagar por la eternidad llorando arrepentida por su pecado.
Y si el que la dejó así va a visitarla, la mona fallece de vergüenza.
También conocida como La Mona o Mico Brujo, esta leyenda tiene origen en las sociedades mesoamericanas precolombinas.
La creencia nicaragüense afirma que al Cadejo Blanco no hay que hacerle daño, de lo contrario este se defenderá haciéndose más grande, o comportándose como el Cadejo Negro, para luego matarla brutalmente.
La Cegua es una de las leyendas más populares, es el personaje con mayor tradición y también es conocida como Segua o Tzegua.
Según la leyenda, es un espanto que se le aparece únicamente a los hombres mujeriegos o infieles bajo la forma de una hermosa mujer y de cuerpo voluptuoso, cubierta con un camisón o vestido negro y, según otras versiones, un delicado velo.
Pero no lo mata, dejando que su víctima huya despavorida mientras queda asustado y embobado (o hasta enloquecido).
Cuando son encontrados por alguien, se les notan los ojos sobresaltados; si antes eran fuertes y trabajadores, quedan inútiles para toda la vida.