En la tradición posterior se les consideró un tipo de espíritu o «demon» nocturno.
Cuando Hera se enteró, despojó a Lamia de los hijos que tuvo con Zeus, bien secuestrándolos o matándolos.
Debido a sus crueles actos, su apariencia física cambió, tornándose fea y monstruosa.
[6]La otra en latín:Lamias (lamiae): Las historias cuentan que están acostumbrados a arrebatar bebés y «destrozarlos».
En la catedral de Pésaro (Italia) se conserva un mosaico del siglo VI en el que dos lamias aparecen representadas como pájaros con cabeza humana.
Finalmente también recibió de Zeus la habilidad para transformarse ella misma en lo que quisiera.
Pero debido al salvajismo de su corazón el tiempo transcurrido desde entonces ha transformado su rostro en un aspecto bestial.
[9] Heráclito, uno de los paradoxógrafos y haciendo alusión a su disciplina, dice que cuando Zeus tuvo unión sexual con Lamia Hera la convirtió en una bestia salvaje; desde entonces, cuando Lamia enloquece que quita sus ojos y los deja en una copa, para entonces devorar carne tierna de seres humanos.
[10] Plutarco, en una crítica contra la indiscreción, el entrometimiento y la malevolencia, ya cita el arquetipo de la lamia: «Se dice que la Lamia del cuento dormía, ciega, en su casa, con los ojos depositados en un cuenco, pero que, al salir afuera, se los ponía y miraba»[11]Zeus había adoptado la forma de avefría para seducir a Lamia.
Entre ellos se destacan especialmente aquellas figuras análogas que exhiben una naturaleza serpentina (cf.
[15] Una posible lamia en el monstruo que envió Apolo para vengar a Corebo.
[20] Según opinión bastante extendida, la lamia mitológica sirvió de modelo para las lamias, pequeños monstruos africanos, humanos de la cintura para arriba, que atraían a los viajeros con su agradable siseo y enseñando sus senos, para después matarlos y devorar sus cuerpos.
[4] Posteriormente, las lamias aparecieron a menudo en los bestiarios como ejemplo de monstruo despiadado y salvaje.
En la Antigüedad, las madres griegas y romanas solían amenazar a sus hijos traviesos con este personaje.
Sobre ella dicen los delfios que cantaba los oráculos en pie una mujer llamada Herófile y de sobrenombre Sibila.
[29] Suelen ser amables y la única manera de enfurecerlas es robarles sus peines.
[30] Se cuenta también que han ayudado a los hombres en la construcción de dólmenes, cromlech y puentes.
Jana era un antiguo nombre con que se designaba a las hechiceras durante la Edad Media.
Un ser feérico equivalente con el nombre de anjana se encuentra también en la vecina mitología cántabra.
En los cuentos e historias populares búlgaras, la lamia es una misteriosa criatura con varias cabezas, que puede hacer crecer una y otra vez si se le cortan (como la Hidra de Lerna).
Este monstruo atormenta a menudo los pueblos y puede ser encontrado en cuevas o en el subsuelo.
[34] Los historiadores consideran que en la adaptación hebrea la diosa perdió su carácter divino, adquiriendo una personalidad más compleja, y adaptada al folclor judío, de hecho en el mismo Génesis se aprecia como una mujer destemplada que posteriormente abandona el paraíso.
Se encarga de seducir a los hombres borrachos o tunantes que andan solos por las selvas.