Poco después fue nombrado gobernador y capitán general del Río de la Plata y ocupó el cargo desde 1663 hasta 1674 y simultáneamente fue el primer presidente pretorial de la Real Audiencia de Buenos Aires hasta 1672, fecha en que sería suprimida, para continuar solo como gobernador por dos años más.
1550) tuvieron por lo menos dos hijos, a Inés Martínez de Salazar (n. Nájera, ca.
1585) que se casó con Francisco Jiménez Samaniego[7][8] (n. San Asensio, ca.
El soberano Luis XIII nombró entonces un virrey francés en el condado y llenó la administración barcelonesa de conocidos profranceses, pero el coste del ejército francés para Cataluña era cada vez mayor, mostrándose ya como un ejército de ocupación, a esto se sumó que los mercaderes franceses comenzaron a competir con los locales, favorecidos aquellos por el gobierno francés, lo que convirtió al condado en un nuevo mercado para Francia.
Todo esto, junto a la situación de guerra, la consecuente inflación, plagas y enfermedades llevó a un descontento que iría creciendo en la población, consciente de que su situación había empeorado.
[14] Finalmente viajó a la Sudamérica española para recién asumir su puesto gubernamental el 28 de julio de 1663,[17] habiendo llegado el día anterior, y poco tiempo después procedió a instalar la Audiencia.
Dentro del fuerte porteño instaló dos tahonas que dejaban como beneficios, para solventar los costos del mismo, de unos cincuenta o sesenta pesos fuertes mensuales.
[21] Para la obra del hospital pidió al soberano español el 25 de junio del mismo año para que lo aprobase en forma permanente y definitiva, adjudicándole rentas así pudiera mantenerse,[22] pero el Rey desaprobó dicha fundación en 1667, y Martínez de Salazar pidió que sea el Cabildo porteño que rehiciera el pedido por la necesidad urgente de la llegada de ciento quince soldados más para el fuerte[18] y que el hospital y los médicos eran muy necesarios ya que el oidor Pedro de Rojas y Luna por falta de medios y asistencia había fallecido.
El fiel cumplimiento de las ordenanzas reales en lo relativo al comercio, diezmó la principal fuente de riqueza regional y provocó un estancamiento comercial y por ende, un empobrecimiento general.
[24] Procedió a controlar las vaquerías, ya que cualquier persona gozaba de los derechos a la matanza y ordenó al Cabildo porteño que reglamentara su licencia y determinara el número de personas y de cueros con derecho a ellas.
Para cumplir su objetivo necesitaría unos trescientos hombres[18] para construir un foso y una muralla de quince metros de altura, con puentes levadizos y demás defensas.
[25] Por dicho acontecimiento el gobernador Martínez de Salazar informó a la Corte que: También comenzaron los primeros malones indígenas en las estancias vecinas —como lo demuestran las cuantiosas denuncias por robo de ganado en 1672, acusando al cacique Cacapol Juan "el Bravo" (1650-1740) que era padre de su futuro sucesor Cangapol Nicolás "el Bravo"— y por lo cual el Cabildo porteño resolvió declararles la guerra.
[33] Por lo tanto, Antonia era una nieta paterna del licenciado Pedro Fernández de Boán (Cacabelos, ca.