Tratado de Lisboa (1668)

Desde 1580 Portugal formaba con el resto de reinos hispánicos, unión dinástica aeque principaliter[1]​ en la que cada reino compartía el mismo monarca.

En 1640 comenzó la Guerra de Restauración portuguesa, en la que este país intentaba conseguir su independencia de la Corona española.

Por la parte portuguesa, en nombre del rey Alfonso VI de Portugal, participaron Nuno Álvares Pereira de Melo, Vasco Luís da Gama, João da Silva, António Luís de Meneses, Henrique de Sousa Tavares da Silva y Pedro Vieira da Silva.

Ambos países aceptaron la presencia e intermediación de Edward Montagu, I conde de Sandwich, en nombre del rey Carlos II de Inglaterra.

Con la firma del tratado de Lisboa de 1668 España reconocía implícitamente la independencia de Portugal, poniendo fin a la unión personal que ambos países habían mantenido de hecho entre 1580 y 1640, y a la situación de indefinición que se había producido entre 1640 y 1668 (en el periodo de la guerra de separación), en el que España consideraba a Portugal parte del Imperio español, mientras Portugal tenía su propio rey.