Rápidamente el libro pasó, de modo clandestino, a Argentina, logrando una repercusión inmediata en la opinión pública.
Como lo indica su título, en el texto, Sarmiento analiza los conflictos que surgieron en Argentina una vez alcanzada la Independencia política en 1810, partiendo de la antinomia intranacional entre civilización y barbarie.
Como observa Kimberly Ball, «la civilización se manifiesta mediante Europa, Norteamérica, las ciudades, los unitarios, el general Paz y Rivadavia»,[1] mientras que «la barbarie se identifica con América Latina, España, Asia, Oriente Medio, el campo, los federales, Facundo y Rosas».
Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen.
El texto propio de la introducción comienza con una invocación al hombre que le da título a la obra, el Brigadier General Juan Facundo Quiroga: Según Noé Jitrik en Muerte y resurrección de Facundo, la exclamación en esta frase indica la urgencia que quiere transmitir Sarmiento al lector, haciendo hincapié principalmente en los adjetivos, como «ensangrentado» y «terrible».
Sarmiento también argumenta que las pampas, las amplias y vacías llanuras del país, «no les ofrecen escapatoria o escondite a las personas para defenderse e impide la civilización en la mayor parte de la Argentina».
Pese a las barreras de civilización causadas por la geografía del país, Sarmiento explica, en el segundo capítulo, titulado «Originalidad y caracteres argentinos», que gran parte de los problemas del país habían sido causados por gauchos como Juan Manuel de Rosas, quienes eran bárbaros, incultos, ignorantes y arrogantes; gracias a ellos la sociedad argentina no había logrado progresar hacia la civilización.
[47] Como epítome, la Primera parte del libro analiza el determinismo físico y social de Argentina.
[49] Pese a haber nacido en una familia adinerada, Facundo recibió solo una educación básica en lectura y escritura.
Durante el conflicto entre ambas ideologías, Facundo conquistó las provincias de San Luis, Rio Quinto y Mendoza.
El autor critica a Rosas utilizando las propias palabras del gobernador, haciendo observaciones sarcásticas sobre las acciones de Rosas, y describiendo el «terror» establecido durante la dictadura, las contradicciones del gobierno, y la situación en las provincias que fueron lideradas por Facundo.
Según González Echevarría, el libro es «un ensayo, una biografía, una autobiografía, una novela, una epopeya, una memoria, una confesión, un panfleto político, una diatriba, un tratado científico y una guía».
[71] Los paralelos entre los texto de Poe y Sarmiento se han visto establecidos, sobre todo, desde su antinomia civilización-barbarie; pues al igual que el detective el rastreador también debe atrapar, como investigador del bandolerismo social, a un “bárbaro” apartado del pacto constitucional.
[72] El libro también es en parte ficticio: Sarmiento utiliza su imaginación además del rigor histórico para describir a Rosas.
Facundo no es solo una crítica al gobierno de Rosas, sino también una extensa investigación sobre la historia y la cultura argentina, a la cual Sarmiento muestra mediante el controvertido gobierno, y la caída de Juan Facundo Quiroga, un arquetípico caudillo argentino.
[75] El conflicto entre la civilización y la barbarie refleja las dificultades de América Latina en la era posterior a su independencia.
Aunque Sarmiento solicita varios cambios, como funcionarios honestos que entendiesen las ideas de la Ilustración europea, siempre considera a la educación como el tema principal.
El historiador David Rock explica que «los opositores contemporáneos recrudecieron a Rosas como un tirano sanguinario y un símbolo de la barbarie».
[81] Por el contrario, América Latina está conectada directamente con la barbarie, y Sarmiento utiliza a la región simplemente para ilustrar la manera en que Argentina está desconectada de los numerosos recursos que la rodean, limitando el crecimiento del país.
[82] Sarmiento no solo escribió para Argentina sino para una audiencia mucho más amplia, especialmente los Estados Unidos y Europa; según su opinión, estas regiones eran más civilizadas, y su propósito fue seducir a los lectores hacia su propio punto de vista político.
[88] Ya que sus oponentes no lograron entender el significado del mensaje, Sarmiento pudo ilustrar su ineptitud.
En vano se buscaría en las páginas de Facundo el equilibrio, la exactitud, la suavidad del matiz, la ática pureza».
[90] Por el contrario, personalidades como Guillermo Hudson, Carlos Guido Spano y Miguel de Unamuno halagan la escritura, señalando incluso que es superior a la utilizada en los libros españoles.
Para Jauretche, esta dicotomía, claramente fundamental en la obra, es abstracta, intrínseca, conceptual, ahistórica, sincrónica, derivada de una "intelligentzia" e ideología mesiánica y por tanto, civilizatoria.
[94] Enrique Anderson Imbert explica esta contradicción explicando que la principal intención de Facundo es hundir a Rosas, y que para hacerlo Sarmiento debió valerse hasta del recurso de salvar en ciertas circunstancias a Facundo.
[100] Fue muy influyente en el establecimiento de «un proyecto para la modernización»,[101] con su mensaje práctico realzado por una «estupenda belleza y pasión».
[100][97] La influencia política del libro puede ser vista en la llegada final de Sarmiento al poder.
[101] Aunque Sarmiento escribió muchos libros, consideró a Facundo como la mayor fuente de sus opiniones políticas.
[104] González Echevarría además argumenta que Juan Facundo Quiroga también sigue existiendo, ya que representa «nuestra lucha sin solución entre el mal y el bien y nuestro implacable camino de vida hacia la muerte».
Más recientemente, Kathleen Ross ha realizado una traducción moderna y completa, publicada en 2003 por la University of California Press.