En esos meses se pactó una tregua entre el directorio y las provincias federales, que a todas luces resultaba frágil.
Francisco Ramírez, gobernador de Entre Ríos, y Pedro Campbell, jefe del ejército correntino, se trasladaron a Santa Fe.
Tres días después, un Cabildo Abierto nombraba gobernador al exgobernador directorial Bernabé Aráoz, quien había organizado el motín.
[4] Poco después entraron a la ciudad los jefes federales, que se portaron respetuosamente y fueron bien tratados por los nuevos gobernantes.
Balcarce no tenía apoyo suficiente para oponérseles, por lo que renunció; Sarratea volvió al gobierno y López a la provincia de Santa Fe.
En Buenos Aires se sucedieron asonadas y revoluciones casi semanalmente: Carlos María de Alvear reunió un nuevo cabildo abierto, que estuvo por nombrarlo gobernador.
La defensa quedó a cargo de los coroneles Benavente, Zufriátegui, Vedia, Perdriel, Vázquez, Iriarte y Anacleto Medina.
[10] Dorrego derrotó completamente a los defensores, y los soldados vencedores saquearon el pueblo, causando más daño después de la batalla que durante la misma.
[11] Dorrego decidió no retroceder para reunirse con los refuerzos enviados desde Buenos Aires, al mando del coronel Domingo Soriano Arévalo.
Pero los milicianos, temiendo ser dejados de lado y castigados con más severidad que sus jefes, se negaron a negociar nada.
[15] Los Colorados del Monte fueron bautizados «restauradores de las leyes», título que poco después quedó identificado con el coronel Rosas.
Cuando Dorrego todavía marchaba hacia Santa Fe, el general José Miguel Carrera se lanzó con unos pocos chilenos y gauchos a la frontera.
El ataque encolumnó a todos los indios de la pampa contra las poblaciones blancas, que fueron destruidas y saqueadas en gran cantidad.
Así reforzado, López atacó a Carrera al atardecer del 26 de mayo, encerrándolo entre el río Paraná y sus fuerzas.
Logró reunir una asamblea popular en la Bajada, con el apoyo de García, Eusebio Hereñú, recién vuelto desde Buenos Aires, Pedro Barrenechea y Juan León Solas.
Además lo apoyaba la flota porteña, ahora al mando de José Matías Zapiola, que se estacionó en Paraná.
Los otros tres jefes fueron capturados: Anacleto Medina y Juan José Obando fueron enviados presos a Santa Fe, mientras que Gregorio Píriz fue ejecutado.
Algunos personajes pretendieron unirse a la supuesta revolución, pero como en realidad no era más que un motín de cuartel, fue derrotada con facilidad.
Le salió al cruce el coronel Bruno Morón en Jocolí; no se atrevió a continuar y retrocedió.
La paz volvió a reinar entre sus habitantes, tal vez porque tuvieron que sufrir mucho en esa época por las invasiones de los indígenas ranqueles desde el sur.
Esta confió el mando de las tropas a Facundo Quiroga, mientras Miguel Dávila aprovechaba un viaje del jefe llanisto San Juan para quitarle sus milicias.
Juan Bautista Bustos, el gobernador cordobés, había aceptado pasivamente la secesión riojana para no provocar una nueva guerra civil.
El gobernador tucumano, Bernabé Aráoz, había tenido que anular dos elecciones de capitulares para hacer reconocer su autoridad por Santiago del Estero.
[36] Carrera entró en la ciudad de San Luis, abandonada por sus pobladores, y allí se comportó en forma inesperadamente civilizada.
A través de los Valles Calchaquíes, el coronel Apolinario Saravia invadió Catamarca, ocupando la ciudad sin lucha y declarando la autonomía.
La República de Tucumán se había salvado; Aráoz logró recuperar también Catamarca, enviando hacia allí a Arias y al coronel Manuel Figueroa Cáceres.
Las milicias salteñas, sin su jefe, sitiaron al general Pedro Antonio Olañeta en la ciudad, y poco después lo obligaban a evacuarla.
En noviembre, el coronel José Ignacio Helguero reunió tropas en Burruyacú, avanzando hasta cerca de la capital provincial, pero fue arrestado y expulsado.
Varios gobiernos efímeros se sucedieron en menos de un mes, hasta que regresó al gobierno don Bernabé, apoyado por sus milicias rurales.
[42] Apenas un mes más tarde, Diego Aráoz volvió a atacar la ciudad y ocuparla: asumió nuevamente el gobierno.