Nicolás Laguna

Se doctoró en jurisprudencia en Córdoba en 1797 y regresó a su provincia dos años más tarde.

Se negó a recibir su sueldo del gobierno de Buenos Aires, para que sus decisiones no estuvieran condicionadas, y se pronunció por la unión de las provincias, en oposición a la unidad que querían los porteños.

Tras el primer derrocamiento de Aráoz, se enfrentó con su sucesor, Abraham González, y luego apoyó a todos sus sucesores, que se sucedían a veces semanalmente; hubo doce gobernadores en un año.

Por eso, en febrero, simplemente dejó su despacho, cerró la puerta con llave y se la entregó a la legislatura junto con una nueva renuncia.

Para reemplazarlo fue elegido Javier López, que poco después hacía fusilar a Aráoz.

Se retiró a administrar su estancia Las Tacanas, en Tafí del Valle, donde permaneció alejado de la política.

Convenció a Rudecindo Alvarado de dejar la provincia y nombrar gobernador al federal Pablo Latorre.