[8][9] Según el historiador Vicente Fidel López, su plan incluía convencer a los gobernadores de Mendoza y San Juan para que reclutaran un ejército de 2000 hombres que operaría contra Bustos y Quiroga.[10][11] Como el primer paso para afirmar su poder era deponer al gobernador de Córdoba, brigadier general Juan Bautista Bustos, este último solicitó ayuda a sus aliados federales.Justo pasaba por San Miguel en camino a Salta una caravana de carretas con 200 fusiles y 1500 sables.[22] En el intercambio epistolario del coronel Helguero, entonces gobernador delegado de Tucumán,[nota 1] se afirma que las fuerzas aliadas de Catamarca y Tucumán sumaban 600 hombres, frente a los 1200 riojanos que les dieron batalla.[22] En sus Memorias, Aráoz de Lamadrid afirmaba que los riojanos contaban con 300 infantes[27] y 800 o más jinetes.[19] Al atardecer del 26 de octubre hubo un breve combate en San Ignacio, donde se capturaron a algunos federales.Según Rodolfo Ortega Peña, lo que en verdad buscaba era ganar tiempo para aglomerar en San Miguel a sus guardias cívicos (milicianos) o conseguir que Álvarez de Arenales le enviara refuerzos salteños, pero el riojano no cayó en la trampa y no le dio tiempo.[19] Esa noche, los unitarios acamparon a cuatro leguas del campo de El Tala, donde habían retrocedido los federales desde San Ignacio durante la mañana.[31] En la madrugada siguiente, al no recibir respuesta, el gobernador tucumano ordenó formar una línea de batalla.Cuando los cuerpos de caballería se acercaron, los federales dieron media vuelta y huyeron en aparente dispersión.[36] En el centro, la infantería federal avanzó contra su contraparte unitaria y pronto los cívicos tucumanos estaban en una situación crítica.Se dirigió al flanco izquierdo de los federal y ahí contactar con algunos jinetes unitarios.[1] En el centro, la infantería federal estaba formada en una columna cerrada[22] y continuó su retirada en paz, a pesar de que Aráoz de Lamadrid cargó solo para intentar romper su línea, profiriendo gritos y dando cuchilladas[39] para matar a todo el que tenía enfrente.Sin embargo, en esta ocasión a 50 pasos de la línea federal su caballo cayó malherido[40] por balas y bayonetas.Para rematar su mala suerte, pronto fue rodeado por un grupo de jinetes riojanos con los que empezó a pelear hasta quedar sin sentido.[22] Mientras tanto, Quiroga tomó 100 jinetes de su reserva y lideró un contraataque que le dio la victoria;[40][42] el unitario Sarmiento afirmaba que Quiroga abandonó la batalla cuando su caballería fue vencida al principio y después no volvió hasta después de concluida la lucha.[41] Es llevado ante Quiroga, quien ya había sido informado de la muerte del comandante unitario[47] por el coronel Juan de Dios Bargas, quien también le presentó las armas, sombrero y ropas del supuesto fallecido al caudillo riojano; el prisionero reconoce aquellas prendas como pertenecientes al gobernador tucumano.Según el tucumano, los federales estaban tan dispersos que fue preciso traer a muchos desde los Llanos.El malherido Díaz Vélez fue llevado en ancas y después que reunieron todos los cadáveres del campo de batalla en un lugar se le mandó identificar al comandante unitario.[48] El caudillo riojano resolvió acampar a su gente después de cerciorarse que los unitarios sobrevivientes se habían retirado y escribió a Ibarra, pidiéndole que las fuerzas de ambos entraran juntas en San Miguel.Sin embargo, seguía vivo, así que un soldado lo llevó delante de él en su caballo y comenzaron a andar, pero al ver a una partida de caballería aproximarse creyeron que eran federales y galoparon para huir.[55] Días después, unas pocas horas antes que entraran los federales en la urbe, el herido fue trasladado a Trancas.[3][62] La noticia de la derrota y supuesta muerte del gobernador llegó a San Miguel al día siguiente.Aunque mucha gente le dio dinero para ayudar a pagar el mantenimiento del herido, la mayoría creyó que fue una invención de su secretario, el doctor Manuel Berdía, para impedir desórdenes en la ciudad.[66] El gobernador salteño envió al coronel Francisco Bedoya con 2500 hombres a Tucumán, ya desocupado por Quiroga.[69] Durante ese mes, Gutiérrez aprovechó que el riojano había desocupado su provincia para recuperar el poder y hacer fusilar a varios opositores y arrestar a otros, incluido Acuña,[15] sin embargo, la provincia siguió por varios años en una situación política inestable hasta que cayó bajo la influencia del coronel tucumano Alejandro Heredia.[70] A finalizar 1826, todo el país estaba en manos federales, salvo Salta, Tucumán y Catamarca.[71] En tierras sanjuaninas, Quiroga reprimió el intento del coronel Ramón Bernabé Estomba de organizar un movimiento unitario favorable a Rivadavia.Por su parte, Bedoya invadió Santiago del Estero con 1500 soldados, pero Ibarra lo dejó tomar la capital provincial y practicó una táctica de tierra arrasada.Finalmente, sus jinetes giraban y daban batalla al enemigo mientras una tropa reserva atacaba por la retaguardia.