La palabra puede provenir del bajo latín cohorticulum, que es diminutivo de cohors ("cohorte", pero también "patio" o "corral", por una extraña analogía[1]); aunque el DRAE da como etimología la palabra castellana "corte".
[5] En torno al patio principal (podía haber otros secundarios), se situaban también las construcciones ganaderas (cuadras, zahúrdas, gallineros, parideras, etc.) y las de almacenaje, la principal de las cuales eran el alfolí (para guardar las semillas) y los graneros.
Se completaba el cortijo con edificaciones dedicadas a otros menesteres, como fraguas, carpinterías o talleres de diversos tipos.
En los cortijos grandes, los patios se comunican unos a otros, por medio de portones, que suelen estar adornados artísticamente.
Así, podemos distinguir varios tipos de hábitats rurales en las zonas indicadas:[7] Son núcleos de construcciones adosadas, con cubiertas a dos aguas, rematadas a veces en la fachada del portón.
Similares en su planteamiento general, son las construcciones rurales de las zonas montañosas del norte de Huelva, Córdoba y Jaén, aunque no están vinculadas principalmente al cereal, sino a la ganadería.
[10] Suelen estar formadas por un edificio principal, conformado como casa-bloque, al que se adosan algunas construcciones secundarias (graneros, cuadras, viviendas menores...), con acceso a todas ellas desde un patio lateral murado.
La fachada de la casa principal suele dar a una lonja o solana.
Es una construcción única, muy vinculada a las explotaciones minifundistas de limitada capacidad económica.
Es muy común en las zonas montañosas del Sistema Bético, así como en las altiplanicies de Málaga y Granada, donde suele aparecer con un patio cercado lateral u otras pequeñas construcciones anexas.
Los suelos eran de arcilla prensada, mezcla o yeso con granza y por donde pasaban los animales empedrado.