La denominación proviene de la palabra cortijo, con cuyo significado se emplea en ocasiones, de forma impropia.
Sin embargo, las diferencias son importantes:[1] La cortijada comparte igualmente elementos comunes con la aldea.
Ambos son pequeños núcleos habitacionales, vinculados a zonas de explotación agrícola o ganadera.
De hecho, muchas cortijadas incluían históricamente servicios como la escuela o la tienda.
Sin embargo, frente a la estructura organizada de la aldea, como núcleo urbano embrionario, la cortijada mantiene un carácter eminentemente agrario, de hábitat disperso, mucho más cercano a la casa de labor o al cortijo.