Las estructuras más sencillas pueden consistir en meros compartimentos hechos con tabiques en una habitación, mientras las más elaboradas pueden ser edificios acondicionados para preservar al producto del deterioro ambiental y los agentes fitopatógenos.
En Michoacán (México), y también en zonas de Perú, se denomina así a pequeños cobertizos o cabañas de madera[1] que guardan cierto parecido con un granero.
Esta fase era parte importante en el proceso de fabricación y en la calidad del aceite resultante, ya que durante el atrojado se produce una fermentación natural, que aumenta la acidez de la oliva, según el tiempo que permanezca almacenada, perdiendo calidad el aceite.
En ellos se almacenaba en sacos, o a granel, cereales, legumbres, frutos secos y otros productos agrícolas.
En ocasiones tenían, además, accesos directos a los patios y corrales de las casas.