A este factor se le sumó la ubicación estratégica de Chile en el Océano Pacífico, lo que impulsó la llegada del conflicto marítimo al territorio nacional.
[1] En 1917, pescadores chilenos descubren que Caleta del Medio, próxima a la ciudad de Caldera, es utilizada como centro clandestino por la flota inglesa.
[1] Hacia fines de la Gran Guerra, el gobierno británico ofreció compensar a Chile por la privación de las naves enviadas a construir (los acorazados anteriormente mencionados), y que había empleado en el conflicto, y ofreció entregarle cinco submarinos tipo H, nuevos, que estaban internados en astilleros de Estados Unidos, debido a que este tercer país aún permanecía neutral.
Tras el fin del conflicto en noviembre de 1918, las relaciones internacionales se restablecieron, activándose nuevamente el comercio con Alemania.
Europa no sólo estaba devastada por la guerra, sino que, ante el bloqueo de la comercialización del nitrato por parte de los aliados, Alemania creó como sustituto el mineral sintético, que años más tarde llevaría a la quiebra la industria salitrera chilena.
[1] La población chilena que se encontraba en Europa al estallar la guerra era bastante pequeña y heterogénea.
Por otra parte, otros viajeros habían ido de vacaciones, mientras que muchos chilenos estaban instalados hace unos años.