Cuando nació, había motivo para creer que llegaría a ser el heredero del trono austrohúngaro.En 1877 Francisco Fernando entró en el ejército, y en 1899 era ya general de caballería.De joven, Francisco Fernando desarrolló tres grandes pasiones: la caza, viajar y hacer zapatos.En 1883, visitó Italia por primera vez para ver las propiedades que le había dejado el duque Francisco V de Módena.Después de visitar India, pasó un tiempo cazando canguros y emúes en Australia en 1893.A menudo me he preguntado si la Gran Guerra podría no haberse evitado, o al menos pospuesto, si el archiduque hubiera encontrado su muerte allí y no en Sarajevo al año siguiente."Alrededor de 100.000 trofeos estaban en exhibición en su castillo bohemio en Konopiště que también rellenó con varias antigüedades, su otra gran pasión.En 1898 se le asignó una comisión "a disposición especial de Su Majestad" para realizar investigaciones sobre todos los aspectos de los servicios militares y se ordenó a las agencias militares que compartieran sus documentos con él.Este fue dirigido por Alexander Brosch von Aarenau y finalmente empleó a un personal de dieciséis.En 1913, Franz, como presunto heredero del anciano emperador, había sido nombrado inspector general de todas las fuerzas armadas de Austria-Hungría (Generalinspektor der gesamten bewaffneten Macht), un puesto superior al que anteriormente ocupaba el archiduque Albrecht y que incluía el presunto mando en tiempo de guerra.Hacia 1894, Francisco Fernando conoció a la condesa Sofía Chotek en un baile en Praga.Los Chotek no cumplían esa condición, aunque su familia incluía entre sus antepasados a príncipes de Baden, Hohenzollern-Hechingen y Liechtenstein.[4] Temía que la dinastía no sobreviviera si no se realizaban urgentes reformas, tanto políticas como militares, y estaba convencido de la incapacidad de que el imperio sobreviviera a una guerra mayor si se desencadenaba antes de que él hubiese accedido al trono y llevado a cabo las reformas.[4] En consecuencia, mientras vivió utilizó su influencia con el emperador para mantener una política exterior pacífica, como cuando evitó la participación austrohúngara en las guerras de los Balcanes en 1912 y 1913.Suspende las reuniones oficiales y exige ser llevado al hospital donde se encontraban los heridos.Es muy poco conocida su costumbre de llevar la ropa siempre impecablemente planchada y abotonada; hasta tal punto llevó este gusto por la pulcritud que se hacía coser la ropa durante los desfiles o paradas militares, para evitar que las solapas se abrieran con el viento.