Carlos Morla Lynch

"Su proverbial belleza, elegancia, su buen gusto legendario, creador siempre de conceptos nuevos, y su ascendiente en todas las evoluciones del arte, ejercieron desde mi infancia, a la manera de un hechizo, una extraordinaria influencia sobre mí", recordaría más tarde Morla Lynch.

No asistieron regularmente a colegios, aunque, según Sergio Macías, Carlos sí lo hizo en los últimos dos destinos de su padre: Japón y Estados Unidos.

[6]​ Además, Morla Lynch recordará más tarde, en 1910, una experiencia traumática que tuvo en Inglaterra: "Cuando yo era pequeñito, mis padres me recluyeron en un convento inglés, cerca de Londres.

Mi madre no aprendió jamás a vestirme como hombrecito y, al desnudarme la primera noche en el dormitorio del colegio, fue grande la alharaca ante la aparición de mi camisa de hilo, con encajes y cintitas en los hombros.

[7]​ La música formó parte de su niñez y cuando la familia, ya sin el padre, regresó a la Ciudad Luz, el adolescente Carlos quiso quedarse allí estudiando música y no regresar a Chile, pero su madre se opuso.

Morla Lynch tocaba el piano y componía; más tarde, musicalizaría algunos poemas de sus amigos.

Tres años antes había contraído matrimonio con María Manuela Vicuña Herboso,[3]​ más conocida como Bebé Vicuña (1892-1961), había nacido su hijo Carlos (1913-1982)[8]​ y su matrimonio "le exigía un tren de gastos superior al que tenían cuando era un joven soltero que vivía junto a su madre".

Llegó a Madrid en 1928 cuando era embajador el periodista, escritor y político Emilio Rodríguez Mendoza (1873-1960).

No congeniaron y Morla tuvo problemas con su jefe hasta tal punto que este, al terminar su misión, envió un duro informe sobre su subalterno.

Morla Lych, aseguraba, no prestó "en ningún momento colaboración alguna", fue un "mal funcionario" que demostró "absoluta incapacidad para todo trabajo metódico, útil, serio y sostenido".

Por el famoso salón atendido por él y su esposa Bebé pasaron los que más tarde serían incluidos en la Generación del 27, como Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Federico García Lorca, Jorge Guillén o Pedro Salinas, además de otros como Salvador de Madariaga, Eugenio d'Ors o Luis Salinas.

Venía llegando de Chile a mis diecinueve años, era un perfecto idiota y no sabía que existía gente así.

El poeta y dramaturgo Antonio Aparicio, que se encontraba asilado en la sede chilena cuando Hernández realizó su nuevo intento de salir del país, acusa a Vergara de haberle negado a este el asilo.

Morla, que una vez mencionó delante de Edwards a Neruda exclamando "¡Qué hombre más malo!

Miguel Hernández frecuentaba los salones y la mesa de los Morla, decía Neruda, cuando era bien visto tenerlo allí, pero después ellos no movieron un solo dedo para salvarlo.

[22]​ Morla Lynch también tuvo a su cargo la representación de Chile en Suecia (1947) y los Países Bajos (1950).

Le encargó que, cada noche, antes de dormir, escribiera en él sus impresiones, pensamientos, alegrías y penitas".

Nunca ácido, siempre oportuno"; además de piezas, escribía versos jocosos sobre los personajes del balneario.

[11]​ Sin embargo, Morla Lynch nunca intentó una carrera literaria pues, en palabras de Merino, "lo que atraía su interés y lo instaba a escribir era el simple hecho de ser un testigo del paso del tiempo".

Era su vocación, y cuando Luisa Lynch, que se había instalado con sus hijos en París después de que Carlos Morla Vicuña falleciera en Estados Unidos, decidió regresar a Chile, el adolescente Morla Lynch quiso quedarse en Francia estudiando música, pero no lo logró debido a la oposición de su madre.

[5]​ Más tarde, cuando fue destinado como diplomático a París, conoció al compositor chileno Domingo Santa Cruz, que se casó con su hermana menor Wanda en 1922 en esa ciudad; allí trabó amistad con Darius Milhaud y otros miembros del Grupo de los Seis, así como con Rubinshtein; en España se haría amigo deAcario Cotapos, quien le dio clases de armonía.

Bebé Vicuña, esposa del diplomático, tenía buena voz y solía cantar para los asistentes al salón de Morla Lynch, particularmente los poemas que este musicalizaba.

El matrimonio se quebró definitivamente en Francia, aunque nunca se separaron; al respecto señala Andrés Trapiello: "Será difícil saber si fue la muerte de esas hijas la que rompió su matrimonio con Bebé Vicuña o si, por el contrario, ese quebranto venía de atrás.

En todo caso, Morla y Bebé nunca volvieron a compartir dormitorio aunque jamás dejaron de vivir bien avenidos bajo el mismo techo.

El capitán Iglesias, notorio aviador republicano o el crítico musical Adolfo Salazar) curiosamente todos homosexuales, tema nunca explícito pero que al conocedor no le pasará desadvertido en unas páginas cuyo principal protagonista lo era…"[29]​

Luisa Lynch con sus hijos Wanda, Carlos, Carmen , Ximena y Paz
Archivo:Morla -Bebe Vicuna -Somo, Santander, 1929 fotografía anon.jpg
Bebé Vicuña de Morla en Somo, Santander, 1929
En Madrid, el 25 de septiembre de 1934
Miguel Hernández, 1939